La sequía que está afectando a varias zonas de la Península Ibérica, sobre todo a Catalunya, ha desencadenado una «guerra del agua» en el Estado español, donde las zonas menos abastecidas se niegan a ayudar a las más afectadas. La ausencia de precipitaciones desde hace 18 meses ha provocado una severa sequía en la costa mediterránea, «la peor desde 1912», según Jaime Palop, responsable de la Dirección General del Agua, dependiente del Gobierno de Madrid.

Desde el inicio del año hidrológico, el 1 de octubre pasado, ha llovido un 40% menos de lo debido.

Las reservas de agua en el Estado español se redujeron al 46,6% de la capacidad total de los pantanos. La situación es espe- cialmente crítica en Catalunya, donde se encuentran al 19% de su capacidad, cerca del límite del 15% en el que el agua se considera inutilizable.

Si no llueve de forma continuada los próximos meses, Barcelona y Catalunya podrían tener problemas de suministro en verano y restricciones en otoño. Y las previsiones para los tres próximos meses no son optimistas.

Alarmado, el Gobierno catalán busca soluciones. Una de ellas es el transporte de agua en buques cisterna desde Marsella y Tarragona, opción que es demasiado costosa. Otra, más barata pero más polémica, es el trasvase de del Segre, afluente del Ebro, una solución defendida por el PSC que rechazó el Gobierno de Madrid, contrario a transferir de los recursos del agua.

El tema enfrenta a Catalunya y Aragón, que se opone al trasvase. Catalunya acusa a Aragón de querer guardar sus reservas para polémicos proyectos, como la construcción en pleno desierto de un «Las Vegas Europeo».

Para los agricultores, el tiempo apremia y si no llueve la situación será «catastrófica».

Mientras, Catalunya espera la puesta en marcha de una planta desalinizadora, prevista para 2009, que permitirá producir 60 millones de metros cúbicos de agua potable.