¡Como si les hiciera falta echar queroseno al depósito del Pionir!
Imanol AMIANO
La mala gaita –mejor uso eufemismos– con la que empecé a ver el partido por la tele sólo es comparable con el mal cuerpo –por decir algo– que se me quedó al final. Para cuando solucionaron el problema con la cámara principal del Pionir, porque la imagen no temblaba en los planos cortos –obsérvese qué perspicacia la mía pese a que en esos momentos me subía por las paredes (más etiqueta lexical) de la redacción–, trece abajo.
Puede que los serbios tengan que vender a Tripkovic o a Tepic para que les alcance para pagar el combustible de vuelta la semana que viene. Puede que a Pekovic lo cambiaran por queroseno en algún aeropuerto del Top 16 –«¿Zeljko? Oye, te cambio un bulldozer por unos litros... Vale, pero no nos joderá en Belgrado, ¿verdad? (N. de la R.: los serbios no entienden eso de ser políticamente correcto)»– y puede que a Velickovic le buscaran destino el martes en Foronda –la pasta por Perovic se la habían ventilado para la fase de grupos–. Pero ayer, por si en Betoño quedaron dudas, los sepultureros mostraron cómo enterraron a Shrek.
Los de Danilovic le echaron la culpa al Baskonia de que al pasar la tarjeta no hubiera saldo. ¡Como si hiciera falta calentar el ambiente! Boza, Dusko, Divac y Rebraça, uséase, las fuerzas ociosas del balcanismo, fueron los únicos que guardaron la compostura –aunque quién sabe lo que se decían por lo bajinis– en un Pionir que disfrutó lo suyo haciendo sangre a un equipo vasco con dos croatas, un bosnio y tres estadounidenses que, como hicieron los del Efes Pilsen, bien podrían haberse quedado en Gasteiz. ¡Total!