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Tomás Trifol Profesor y licenciado en Ciencias Humanas

De la patria planetaria

Durante la indigestión que les produjo a los nacionales españoles la independencia del nuevo Estado de Kosovo, los contertulios de todos los medios audiovisuales de su nación, volvieron a cerrar filas como en los tiempos del Mayor Oreja. La pluralidad política e ideológica, escasa siempre como la lluvia en Almería, no estuvo presente ni como el rastro de huevo en los flanes de polvos. El portavoz del Gobierno español en la UE afirmó sin temblequeo de la voz que con aquella independencia de Kosovo se había cumplido el sueño de Milosevic.

La España nacional es maestra en las artes del tocomocho moral y filosófico, y en eso hay que reconocerle su probada experiencia inmemorial.

Gracias a una población aculturizada y mediatizada como la que más, las artes del engaño, aunque burdas, tranquilizan, enmarañan y se extienden a diestro y a siniestro. Si es a diestro, el símbolo del negro toro hierático es un compendio de inmovilismo. Si es a siniestro el toro saltarín tiene mayor campo de embestida.

A esa España nacional saltarina, modelo de tolerancia y orgullosa de su presente, hay que ponerla en su sitio y desproveerla de su pretendida corona de reina progresista que no es más que una gorda drag queen, reina de algún discotecón de la noche, que aunque oficio y desahogo digno y respetable, es bastante menos pretensioso y atractivo.

Si las estadísticas están para algo, en este reino pretensioso se da el fracaso escolar más alto de toda Europa occidental. La mayoría de los jóvenes entran y salen sin saber donde han estado y para qué. Así que luego en la cultura de su vida se podrá tranquilamente mezclar un rayo láser y una catedral gótica o una figura del más allá, que aparece y desaparece en la pared, con el atasco diario cuando vienen del trabajo.

A mayor ausencia de cultura e instrucción de los padres y de los barrios de trabajadores donde se da la convivencia social, mayor será la desafección por los conocimientos básicos. De mayores sacarán de los medios de difusión un poco de esto y aquello, que mezclado en sus neuronas sin orden ni concierto les producirá un orgulloso efecto de soberana sapiencia. Antes el joven habrá sido inducido a la práctica exhaustiva del sexo de cualquier forma para mayor control y manipulación de su persona. El bicho o la bicha resultante podría ser italiano, vasco y sobre todo estadounidense; pero aquí en Europa es estadísticamente más probable que salga español.

Si las estadísticas siguen estando para algo, España es el país de Europa occidental con mayor número de gordos y gordas por metro cuadrado. Andalucía como siempre es el ignominioso líder de este ranking de desequilibrio, y una vez más la falta de instrucción básica en la sociedad de la televisión basura es la inductora por efecto o defecto de unos hábitos alimenticios donde la pastilla farmacológica es también ingrediente legal de los show de sus televisiones. Porque si en algo sigue España en el palmarés de toda Europa es en el número de horas de programas basura radiados y televisados. Corazón, sexo, famosos, famosillos, torturadores de género, pederastia, macarenas, esoterismo, terrorismo de mentirijillas y un largo etcétera de eventos del notición conforman los programas de los medios audiovisuales del sistema nacional progresista. A diferencia de lo que ocurre en otros países de la Unión, el debate sosegado, la contradicción tolerante, la información veraz y no política, el reportaje, el periodismo de investigación y otro largo etcétera no son, estadísticamente hablando, parte sustancial del corpus de los medios de difusión españoles. Por lo visto no hay audiencia suficiente.

¡Eso, eso, dadles glutamato sódico como potenciador del sabor y luego decid que les gusta estar gordos!

El pretendidísimo liberalismo prócer liderado por el PSOE, por aquello de querer adaptar el orgullo de ser español a la sociedad de nuestros días y no a historias del pasado, tiene uno de los pilares fundamentales en la pretendida liberalización afectivo-sexual que en manos de sus medios de difusión produce la más hortera de las degeneraciones donde la tolerancia no es más que propaganda política.

Desde los medios de difusión españoles se pueden realizar tranquilamente ataques contra la libertad sexual y afectiva de las personas, contra el derecho a la intimidad de las mismas, contra el derecho a la imagen y acusarlas precisamente de todo aquello que se dice que se defiende.

Sin ir más lejos, hace unos cuantos días una locutora de una radio que mejor es no mencionar, se hizo pasar a través del teléfono por fulana de tal con un pintor de brocha gorda al que le propuso que le hiciera un trabajo de pintura en su casa a cambio de su otra brocha. La proposición fue luego incitación acorralante a la que el pintor sucumbió agradablemente. En esta conversación, en la que el desafortunado no sabía que estaba siendo escuchado por miles de ciudadanos, la locutora de la radio también le puso hilo directo a la esposa legal del pintor. Si es o no cierto, o si es simplemente show, es al menos una incitación manifiesta a la moralidad estrecha y a la desavenencia conyugal. De cara a los ciudadanos se vende como cierto. De cara a la justicia como show, pero no hay letrado honesto que les lleve a un juzgado de guardia, por hache o por be.

El arte de la tergiversación se vende bien en Europa. España es un país tolerante. «Los gays se casan, oye».

Y es que la semilla sembrada aparte de vender hace crecer las plantas de la incultura, o de la desinformación. Produce gordura mórbida, de cuerpo y de espíritu, sexo sólo basura y falta de comunicación interpersonal entre otras muchas cosas. La increencia generalizada y el egoísmo individualista son también sus ingredientes. Todo de la mano del toro saltarín del PSOE para que sientas ese orgullo corrosivo de ser español.

Los hechos del toro hierático, que es la otra cara del toro español, son principalmente la ilegalización de las ideas y los proyectos. Un País Vasco sin euskara real, al que parece aspirar el PNV, es la guinda que les haría sentarse otros 25 años en sus negocios. Siempre que a esa Euskadi feliz que nos pintan no se le añadiera por supuesto Nafarroa y luego Burgos, La Rioja y gran parte de Cantabria. Porque ese corsé autonómico actual, canijo de por sí, sólo es un país para trabajar, saturado de habitantes y con falta de espacio y de ganas para la vida, el goce y la convivencia y sólo funciona como país en las mentes económicamente interesadas de los jeltzales.

Los vascos huyen en los periodos vacacionales de su país. Se nos ha enseñado a huir y a volver para trabajar. De muchas de nuestras ciudades y pueblos han hecho colmenas y polígonos industriales, de nuestros montes plantaciones madereras, de nuestra cultura y nuestra lengua aldeanismo bizkaitarra, y es que Euskal Herria, nuestro país, sólo tiene sentido como nacionalidad diferenciada y con un proyecto político de convivencia para la vida en la patria de todos, nuestra patria planetaria, sin constituciones de los estados-nación emperrados en borrarnos del contexto europeo de los pueblos.

El hecho de que la mayoría de los humanos de un país o un estado no puedan ni sepan comunicarse con el resto de los humanos que están a las puertas de ellos mismos, es una de las mayores catástrofes del humanismo.

Cuando un evento, aunque sea hortera y televisado, acaba normalmente en Hendaia o Baiona, pero llega a 1.200 kilómetros hacia el sur, algo funciona muy mal en nuestra humanidad. ¿No ocurre nada en Burdeos, en Toulouse, en Pau, al ladito nuestro? ¿ No existe el tiempo ni nada de nada en Portugal? ¿ Sólo explotan bombonas de gas butano y se cascan los matrimonios en Málaga?

La cultura del monolingüismo práctico en un estado desarrollado como el nuestro es el último baluarte de la sinrazón del nacionalismo español. La obligatoriedad impuesta por mandato constitucional de su lengua para todos los españolitos es el equivalente a todas las barbaridades cometidas en su historia bajo las banderas de su Dios de su patria y de su rey. Por eso siguen a la cabeza en el desconocimiento de otra lengua o de la lengua planetaria. Para el españolito medio hoy hay cientos de millones de seres humanos con los que no se puede comunicar directamente más que a través de los medios de su comunicación. Es sintomático ver el número comparativo de viajeros gregarios de procedencia hispánica que circulan más allá de Hendaia en los viajes contratados. Infinitamente superior al de otras nacionalidades de su nivel de desarrollo. Así que la humanidad como concepto de intercambio vivencial, al menos aquí en Europa, se acaba en Hendaia. Hora es ya que los vascos euskaldunes den un paso en la emancipación de su lengua y su cultura hacia la patria común planetaria e instalen el inglés como su segunda lengua universal.

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