El circuito de arakamendi, un proyecto abierto a la división de opiniones
Fue el proyecto del que más se habló en las anteriores elecciones municipales en Gasteiz. Un proyecto que no deja indiferente a nadie. Lo que para unos es desarrollo económico, para otros es desastre natural. Arakamendi es un nuevo ejemplo de que nunca llueve a gusto de todos.
Koldo AKORDARREMENTERIA
Parecía un proyecto orientado únicamente a dar impulso a la candidatura de Mikel Martínez (EAJ-PNV) en las elecciones municipales del pasado año en Gasteiz. Pero parece que no va a ser así. Hablamos del proyecto de Arakamendi: un complejo de actividades que, de llevarse a cabo, contará entre otras cosas con la construcción de un circuito de velocidad, algo que escasea en Euskal Herria.
A día de hoy el proyecto es jurídicamente inviable, ya que el monte de Araka, que es donde se quiere situar el complejo, está ocupado por la base militar más grande de Araba, aunque en la actualidad acoge a «sólo» un centenar de soldados. Por ello, antes de construir nada, sería necesario lograr un acuerdo entre la Diputación de Araba, el Ayuntamiento de Gasteiz y el Ministerio de Defensa español para que los terrenos fueran desocupados por los militares y devueltos a la ciudadanía alavesa. Se antoja complicado.
Esta iniciativa no es fruto de la casualidad. Iñigo Antia, concejal del PNV en Gasteiz y uno de los artífices del proyecto, afirma que «Araba tiene una gran carencia de espacios para el ocio. Aparte de eso, las instalaciones servirán para dar un impulso a la mermada economía alavesa». Por ello ve necesaria la construcción de un complejo recreativo de estas características.
El proyecto ya está escrito y, si algún día se lleva a cabo, Arakamendi contará con tres espacios diferenciados. Por un lado estaría el eje de las instalaciones: el circuito de velocidad. Tendría 4 kilómetros de largo y se podría usar como circuito de competición o como circuito de pruebas para el uso de las empresas que quieran poner a prueba sus vehículos y componentes. Por otro lado habrá una zona recreativa, que tendrá un área de estanques artificiales, circuitos para bicicletas de montaña, circuitos cerrados para conducir quads y todoterrenos, y otros espacios para la práctica del deporte al aire libre.
Por último, también se construiría una zona de servicios con un aparta-hotel, un camping, un supermercado y diversos restaurantes que amplíen la «escasa oferta de alojamiento que hay en Araba». Por si eso fuera poco, y aprovechando que la empresa Epsilon-Euskadi está levantando un gran centro de investigación y desarrollo del automóvil en el cercano parque tecnológico de Miñano, se quiere impulsar la industria de la automoción en la zona y atraer a cualquier empresa relacionada con esta actividad. Por tanto, los objetivos de este proyecto son básicamente tres: ampliar la oferta de ocio y entretenimiento que se les ofrece a los alaveses, impulsar la industria de la automoción y que sea una instalación que pueda funcionar como reclamo turístico.
¿Sostenibilidad o crecimiento económico?
Como en cualquier proyecto de esta envergadura, existen defensores del proyecto, pero también muchos detractores. Estos últimos argumentan que este complejo socio-deportivo tendrá tres consecuencias graves para la sociedad alavesa. En primer lugar, es obvio que habrá un aumento considerable del ruido en el entorno. Por otro lado, es evidente que con la instalación de la industria de la automoción aumentará la contaminación. Y, por último, también afirman que este proyecto puede tener un daño colateral, la posiblidad de que los jóvenes trasladen de manera temeraria a la red vial la alta velocidad con la que se conduce en este tipo de circuitos.
De todos modos no se puede obviar la realidad. En Euskal Herria hay una gran afición por el mundo del motor y este colectivo lamenta que haya muy pocas instalaciones para que se pueda desarrollar sin peligro su mayor afición. No se debe olvidar que en este tipo de circuitos también se suelen hacer pruebas de seguridad vial y de conducción para ambulancias y bomberos. Antia afirma que «este tipo de instalaciones son indispensables, tanto para el desarrollo económico como para el desarrollo de mejoras en temas viales» y añade que «todos los países y diferentes autonomías han comenzado a desarrollar proyectos parecidos al de Arakamendi».
Nadie sabe cómo acabará el tema. Lo que es cierto es que el proyecto Arakamendi es más que un borrador para unos y un simple papel para otros. Los primeros creen que el circuito será una realidad en pocos años y confían en que este proyecto ayudará al crecimiento económico y turístico alavés, que no pasa por su mejor época. Para los segundos, en cambio, esta iniciativa se desarrolla dentro del proceso de tecnificación constante que está sufriendo el territorio: TAV, autopistas, centros comerciales... y ahora circuito de velocidad. Unos lo ven necesario; otros como un capricho. La sostenibilidad se enfrenta una vez más a un posible desarrollo económico a través del cemento. ¿Se dará la voz a la ciudadanía?
En la actualidad ya existe un circuito de velocidad en construcción en Euskal Herria. La obra se desarrolla en Urantzia- Los Arcos (www.circuitodenavarra.com) y el complejo ocupará 58 hectáreas. Contará con una pista principal de velocidad de 3,8 kilómetros de longitud, a la que se sumará un circuito para karts para adultos y otra para menores. También habrá otra pista para cursillos y aprendizaje, pensada por ejemplo para aquellos conductores que quieran adquirir destrezas a la hora de reaccionar ante imprevistos en la carretera. Por último, se construirá un recinto de educación vial. Los servicios se completarán con zona de boxes, cafetería, restaurante y aparcamiento. Se prevé su finalización para el año que viene.
K.A