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El plato fuerte de la agenda internacional

Este 2008 es un año clave para el futuro de la agricultura mundial y, en consecuencia, determinará en buena medida las perspectivas en materia de abastecimiento alimentario. No en vano, esta primavera marcará el arranque de una serie de citas internacionales en las que se abordarán cuestiones tan determinantes como el desarrollo sostenible y la actividad agrícola, la seguridad alimentaria y el cambio climático o la diversidad biológica. Estamos, en este sentido, ante un debate crucial para el futuro de la población mundial, en primer lugar para la que vive a pie de tierra, es decir para los millones de ciudadanos que se dedican a labores agrícolas o a actividades asociadas con la producción de alimentos, pero por extensión para el resto de la ciudadanía, que a tenor de los datos de demografía de Naciones Unidas se concentra a fuerte ritmo en núcleos urbanos que se convierten, simultáneamente, en el punto de destino de población expulsada del campo y en referencia de mercado para las grandes cadenas de distribución de alimentos.

Este debate de vital importancia se produce en el contexto de una grave crisis en el seno de las instituciones internacionales dedicadas a la alimentación y bajo la atenta mirada de las corporaciones agroalimentarias y hasta de los capitalistas filántropos, que con programas como el que abandera Bill Gates en África, tratan de ofrecer un bálsamo, con el atractivo envoltorio de las nuevas tecnologías, contra el hambre en el mundo. A día de hoy, la realidad es bien diferente: mientras en los grandes centros de decisión financiera se dilapidan esfuerzos y capitales para sobrellevar la crisis inmobiliaria, en Egipto o Mauritania se pagan los efectos de un encarecimiento exorbitado de productos claves para la subsistencia como la harina o el arroz.

Mientras Noruega patrocina un magno proyecto como el arca de semillas, el Informe de Desarrollo Humano constata la drástica reducción de las ayudas al desarrollo agrario. Promover la soberanía agrícola es hoy del todo vital para garantizar la seguridad alimentaria y proteger en origen la biodiversidad.

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