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30 aniversario de Herri Batasuna

«Sin HB hoy no estaríamos aquí, todos admiten ya que este marco no sirve»

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Itziar Aizpurua, Anjel Alkalde, Santi Kiroga

Aizpurua vio nacer a HB; de hecho, recuerda que Jokin Gorostidi fue «su primer liberado». Diez años después, el nombre de Anjel Alkalde estuvo en boca de todo el Estado, tras su elección como diputado y su huida al exilio en tiempos de conflicto duro. Y Santi Kiroga representa la última etapa, desde Lizarra-Garazi hasta hoy. Las suyas son tres décadas, tres puntos de vista sobre una misma realidad: la unidad popular que cumple 30 años.

Ramón SOLA | IRUÑEA

Decenas de militantes de la izquierda abertzale se reencontraron hace unos días en Iruñea para presentar el acto del sábado en Durango. Eran varias generaciones unidas por una misma línea de trabajo político, la que se empezó a escribir el 27 de abril de 1978 en la Mesa de Altsasu. GARA sentó juntos a tres de ellos -Itziar Aizpurua, Anjel Alkalde y Santi Kiroga- para hacer balance del terreno recorrido en los 80, los 90 y la primera década del siglo XXI, testar la situación actual y asomarse al futuro. Éste es el resultado.

Jon Idigoras dejó escrito -con la advertencia de que «si no lo digo, reviento»- que el nacimiento de HB era lo mejor que le había pasado a Euskal Herria. ¿Fue para tanto?

Itziar Aizpurua: Sí. Tuvo mucha importancia y la tiene hasta el día de hoy. Sin HB no estaríamos donde estamos. Lo que hizo fue reunir todas las luchas populares. No sólo la antifranquista, porque nosotros en realidad luchamos contra Franco porque estaba Franco, pero luego hemos seguido luchando también, luchando por defender lo nuestro, no por ir contra nadie. Se unieron la lucha por la amnistía, la lucha por la territorialidad, la feminista... Fue una fórmula abierta y plural. Me acuerdo de que todo el mundo participaba, levantaba la mano... Recuerdo aquello como una explosión de ilusión.

Anjel Alkalde: La de Jon fue una buena apreciación, un buen análisis de lo que representó HB en la continuidad de la defensa de los derechos de Euskal Herria. Tanto los que estaban entonces como los que vinimos después encontramos ahí la herramienta que se necesitaba en esos momentos. Y se marcó una ruta que, a pesar de todas las dificultades, sigue ahora.

Santi Kiroga: ¿Lo mejor? Euskal Herria ha vivido tanto en su larga historia que decir «lo mejor» es mucho decir, pero que para Euskal Herria la conexión de la tradición independentista con la lucha a favor del socialismo en una unidad popular ha sido enormemente positiva es algo indudable. Por otra parte, «del enemigo el consejo», dicen. La saña con que los enemigos de Euskal Herria se han cebado con la unidad popular desde su nacimiento hasta el día de hoy hace pensar que algún papel importante ha debido jugar y sigue jugando, ¿no? Particular- mente creo que el éxito social del concepto mismo de Euskal Herria referido al conjunto del país y superando los parciales e interpretables Euzkadi, Euskadi, País Vasco, etcétera, tiene mucho que ver con la unidad popular y su concepto sobre la territorialidad de nuestro país.

HB surgió como apuesta por la ruptura democrática frente a la reforma a la que se apuntaron otros como el PNV. Treinta años después, ¿creen que se acertó?

A.A: Está claro. Eso se reconoce de modo general, al margen de que algunos no lo quieran decir y otros lo digan sólo con la boca pequeña. Todo el mundo admite hoy que seguimos bajo el yugo español y francés, y que este marco no sirve ni siquiera para lograr la pacificación. No sirve más que para los intereses de algunos.

I.A: Había que oponerse, porque aquella reforma derivó en una Constitución que negaba totalmente a Euskal Herria y que además traía consigo los estatutos que partían el país y que no han satisfecho ninguna expectativa. Ahora, por tanto, veo que estamos en la misma situación que entonces, pero con una ventaja añadida: toda la fuerza que hemos acumulado estos años es un fondo, una base para seguir adelante. Hoy seguimos defendiendo aquella misma ruptura democrática. ¿Qué es, si no, reclamar la autodeterminación y la territorialidad?

S.K: Pese a que en su día todos los demás apostaron por la reforma, hoy, 30 años más tarde, la mayoría del país reivindica la necesidad de una ruptura democrática. Que el tiempo te dé la razón es muy importante en política. Y que eso ocurra cuando aún no es demasiado tarde es una circunstancia que ni Euskal Herria ni la izquierda abertzale pueden dejar escapar.

Se logró deslegitimar aquella reforma, pero todavía hay una tarea pendiente: la resolución del conflicto armado.

I.A: Ha habido intentos, y en diferentes etapas desde el principio, desde Adolfo Suárez. Hay que dejar claro que siempre ha habido contactos y relaciones. Siempre. La izquierda abertzale en su conjunto siempre lo ha intentado. Nosotros no queremos vivir en un conflicto interminable. Pero esos intentos no han tenido un final positivo. Todo lo que estamos viviendo ahora es consecuencia de Lizarra-Garazi, como en su día era fruto de Txiberta. Entonces hubo una enorme oportunidad de hacer un frente abertzale y de avanzar. Telesforo Monzón hizo un trabajo impresionante, pero el PNV lo estropeó.

A.A: Es evidente que siempre se ha intentado. Aunque haya podido haber errores, que yo no lo sé, está claro que los errores sólo los comete el que lo intenta. Quien no pone propuestas encima de la mesa no se equivoca, lógicamente. Pero lo que se ha constatado hasta ahora es que el Estado español no quiere reconocer unos derechos que nos corresponden y que nos siguen negando, así que hay que continuar firmes y avanzando.

I.A: Intentarlo siempre ha sido un fundamento básico de la izquierda abertzale: no sólo tiene ganas de solución, sino que la izquierda abertzale siente la necesidad de no vivir en un conflicto permanente.

S.K: Mirando al día de hoy, a pesar de las dificultades objetivas que en forma de represión pesan enormemente, lo cierto es que en términos teóricos seguramente este país nunca había estado tan cerca de un proceso de resolución definitivo. El nivel de concreción al que se llegó en el último proceso de negociación ha sido muy alto. Anoeta ha sido un esquema con recorrido. Aunque no llegasen a un acuerdo definitivo, ha existido un interesante diálogo político entre tres tradiciones políticas vascas: la autonomista, la independentista y la socialdemócrata unionista sobre las causas y la solución al conflicto político histórico que vivimos. Representantes del Gobierno español y de la organización ETA han mantenido un diálogo en el ámbito de la desmilitarización y las consecuencias del conflicto, etcéra. Los elementos para la resolución son conocidos y han tenido éxito en otros lugares del mundo. Sólo falta voluntad por parte de los estados español y francés. Que lleguen a la conclusión de que, como ha ocurrido en esos otros lugares, sólo el diálogo resolverá este conflicto. Eso sí, yo no digo que esto sea fácil ni que vaya a ocurrir hoy mismo. Pero cuanto antes sea, mejor.

En estos 30 años, la izquierda abertzale ha logrado a veces acuerdos con el PNV, en otras ha negociado con el PSOE, pero casi todo el camino lo ha hecho sola o, aún más, enfrentada a casi todos. ¿Qué política de alianzas se prioriza ahora?

S.K: A pesar de lo avanzado, tanto las direcciones del PNV como las del PSOE han vuelto a apostar por el actual marco constitucional que impone la división y negación de Euskal Herria en lugar de sumarse a un proceso cuyo único límite sea la voluntad de las y los vascos y en el que todos los proyectos -incluido el de quienes aspiramos a construir un Estado vasco independiente- estén en igualdad de condiciones. La alianza que el momento exige es entre quienes se comprometan a respetar sin limitaciones la voluntad de la ciudadanía vasca y la igualdad de oportunidades para la defensa de todos los proyectos. Un mínimo común ético y democrático.

Resulta curioso que durante tanto tiempo se insistiera en invitar a la izquierda abertzale a entrar en las instituciones y que ahora se le cierren las puertas con la ilegalización. Eso lo recordará bien Anjel...

A.A: Sí. En realidad lo hacían con un argumento bastante tonto, porque no tenía mucho sentido lo que decían. Pero es cierto que en este momento ya se han quitado todas las caretas. No se las han quitado ante nosotros, que ya les conocíamos de sobra, sino ante el resto. Lo que han puesto de manifiesto es que el Estado no quiere reconocer a Euskal Herria y que va a estrangular todos los mecanismos que puedan llevar a ello.

I.A: Hubo una cosa muy importante a nivel táctico: decidir que nuestra participación en las instituciones no sería permanente, salvo en los ayuntamientos. Esto les puso patas arriba, porque ¿cuándo aparecíamos? Cuando había algo relacionado con la soberanía o con la cuestión social, pero no en todo lo que tenía que ver con su reforma, porque en ese terreno al final te acaban comiendo. Ha sido una táctica muy acertada, y debe seguir siéndolo.

Casi todo este camino se ha recorrido con una fuerza política legal. Pero hoy no es así. ¿Qué daño le hace a la izquierda abertzale, qué consecuencias tiene para el futuro?

I.A: El daño está hecho. Ellos intentarán debilitar a la izquierda abertzale, claro. Ése es su trabajo, igual que el nuestro es seguir avanzando hacia la soberanía y el socialismo. El daño ha sido grande, no vamos a decir que no, pero los jóvenes de ahora también tienen que saber que Herri Batasuna fue legalizada exactamente el 2 de junio de 1986. En los ocho años anteriores desde 1978 no fue legal, pero teníamos electos, trabajábamos en la calle y las instituciones, éramos detenidos, nos ponían multas...

A.A: La ilegalización influye, no nos vamos a engañar. Condiciona el trabajo del día a día. Ellos no nos dejan ser legales para que no podamos activar mecanismos democráticos, pero yo estoy seguro de que la izquierda abertzale va a salir fortalecida de todo esto y de que va a seguir manteniendo su trayectoria. Están haciendo muchas tropelías que no hay por dónde agarrar. Personalmente me sorprenden cuestiones como que no haya una implicación mayor de juristas europeos...

I.A: Y hay una cosa importante. No estamos como antes, porque tenemos una gran herencia detrás. Tenemos fuerza, la fuerza que nos da tener la razón, la fuerza que nos da todo el trabajo hecho y la fuerza de todos los compañeros que se nos han ido en estos años con tanta dignidad. Tenemos que estar totalmente ilusionados con seguir adelante, y lo estamos. Hay dificultades, claro que las hay, pero las dificultades no nos tienen que echar para atrás. A partir de ahí, otra cosa es qué harán los demás, pero nosotros debemos hacer lo que debemos hacer, tratando también de incidir en ellos pero siempre siguiendo nuestro camino.

S.K: La izquierda abertzale no es el único sector que apuesta por ese cambio político, pero es quien apuesta con más determinación y quien mejor ha definido sus contenidos al plantear un estatuto a cuatro con derecho a decidir en el sur y un reconocimiento institucional similar en el norte. La ilegalización pretende gripar el motor de ese cambio. Por una parte, quieren evitar a toda costa que ese cambio se materialice. Por otra, intentan amordazar la voz que denuncia el fraude autonómico que el Gobierno de Madrid y las direcciones del PNV y su franquicia en Nafarroa, NaBai, pretenden realizar nuevamente 30 años después. Divulgar la Propuesta de Marco Democrático y dar pasos en la construcción de los pilares de ese futuro Estado vasco es la mejor manera de hacer frente a la ilegalización.

Treinta años después de aquella decisión de la Mesa de Altsasu, ¿cómo se ve el futuro? ¿Optimismo, moderado optimismo, pesimismo?

A.A: Por mi forma de ser, nunca he sido pesimista. Reconozco que la situación actual es muy dura, que hemos pagado un precio muy alto, que se nos ha quedado mucha gente en el camino... Pero en el medio y largo plazo soy moderadamente optimista.

I.A: Lo más importante es hacer el camino y seguir firmes ahí, sin querer ver el objetivo conseguido ya mismo. Miremos hacia atrás. Comprobaremos que muchos han dado toda su vida entera sin ver cumplido el objetivo, entre ellos Jokin. Se nos han ido sin verlo, pero se han ido orgullosos.

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