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Gabi Isasa y Javi Vitoria Junteros independentistas de Gipuzkoa

Kutxa, una herramienta para repartir la riqueza

Siendo Kutxa una empresa casi pública puede y debe aportar su granito de arena a la distribución de la riqueza. Además, entre sus objetivos está revertir a la sociedad guipuzcoana parte de sus beneficios por medio de la obra social

Desde el pasado 26 de diciembre, fecha en que el anterior Consejo de Administración de Kutxa anunció la convocatoria de renovación de la Asamblea General, han sido varias y distintas las voces que han salido a la opinión pública presentando sus candidaturas, sus programas y sus valoraciones postelectorales.

El proceso electoral ha sido continuación de los de Araba y Bizkaia, en Vital y BBK respectivamente. Se está a la espera del de Caja Navarra.

Que el poder de estas instituciones es grande lo sabe toda la ciudadanía. Que los entresijos de las mismas estén en manos de unos o de otros puede, debería servir, para mantener o cambiar el rumbo de las mismas.

Sin entrar en valoraciones de cómo o qué harán los demás, queremos reflejar en este escrito nuestro punto de vista acerca de la empresa/institución que genera más riqueza en Gipuzkoa.

Cuando oímos hablar de que el PIB de la CAV es de más de 65.000 millones de euros y que la renta per cápita por cada habitante es de 30.000 euros, pensamos cuántas unidades familiares, digamos de tres personas, conocemos que dispongan al año de 90.000 euros. Seguro que muy pocas. Esos grandes números con los que nos abruman continuamente para decirnos que las «cosas» van bien serían reales si la riqueza estuviera repartida equitativamente.

Pero no es así. Las instituciones locales, provinciales y superiores, que son quienes se encargan de hacer las leyes, ya se encargan de que no sea así. Y siendo Kutxa una empresa casi pública puede y debe aportar su granito de arena a esa distribución de la riqueza. Además, entre sus objetivos está revertir a la sociedad guipuzcoana parte de sus beneficios por medio de la obra social. Su función social, en los estatutos, es innegable, figurando en los mismos que puede llegar hasta el 50% de aquéllos.

La función social no la entendemos sólo como subvenciones a determinadas actividades, viajes, udalekuak, actos culturales, clubs de personas mayores, aniversarios... sino como algo más amplio. Hablamos de inversión en sectores industriales que languidecen por falta de inversión, sectores que no son apoyados por las instituciones pero que son indispensables para el mantenimiento de puestos de trabajo, del tejido industrial, de nuestro hábitat, etc.

Hablamos de invertir en vivienda, pero no en plan especulativo, ni en el Levante español ni en la costa guipuzcoana. Especular no genera riqueza para la ciudadanía en general, sino para unos pocos. Ahí está el caso de la región de Murcia, donde tras más de 12 años de expansión inmobiliaria -Kutxa tiene su cota de responsabilidad- poseen un nivel de renta un 16% inferior a la media del Estado español. Hablamos de favorecer el acceso a la vivienda de multitud de jóvenes que hoy no pueden independizarse por falta de liquidez. Entre las empresas financieras se puede ser líder en productividad, rentabilidad, índices de morosidad..., pero también en contar con un parque de viviendas de alquiler a precios bajos, líneas de créditos blandos para el sector primario, pero no para su desaparición, sino para generar riqueza y puestos de trabajo, inversión en tratamientos alternativos (energía, residuos urbanos...).

El objetivo de Kutxa no ha de ser sustituir a las instituciones en aspectos sociales, pero sí adelantar soluciones que, por su novedad y desembolso inicial importante de dinero, no pueden ser asumidas en un momento dado por las mismas. Oncológico e Inbiomed son pruebas de ello y son actuaciones de Kutxa tremendamente positivas.

Por otra parte, el tejido industrial guipuzcoano está decreciendo en beneficio del sector de servicios. El pequeño y mediano comercio está en vía de desaparición, ya que los centros comerciales, con su política de monopolios y modificación de los hábitos de los consumidores, están ahogando un sector que genera buen número de puestos de trabajo. Ahí es donde debe invertir Kutxa. No sólo en empresas punteras buscando grandes plusvalías. No hay plusvalía mayor que impedir que desaparezcan puestos de trabajo, que esos puestos de trabajo no sean precarios, que nuestro hábitat siga siendo habitable, que nuestros baserritarras y arrantzales no cuelguen sus herramientas y puedan contar con un relevo generacional. Eso es generación de riqueza para Gipuzkoa y para un mayor número de gente. Así entendemos que la labor social de Kutxa tiene largo recorrido.

Asimismo, consideramos contrario a su función social penalizar al cliente de bajo perfil, a los más necesitados, y estimamos que debe ser urgente la revisión de las normas de mantenimiento de cuentas, así como el cobro de comisiones por utilizar servicios que Kutxa nos obliga a usar. No estamos de acuerdo con el punto de vista que hay que sacar el mayor beneficio posible sin mirar de dónde viene. No es lógico cobrar comisiones para luego devolverlas en parte, contabilizándolas como obra social. Eso es trampa.

Estamos de acuerdo con que hay que cuidar de que Kutxa siga teniendo beneficios y que el Consejo de Administración, como cualquier otro, debería profundizar y reflexionar sobre el modo de conseguirlos. También, por supuesto, cómo revertir esos beneficios en la sociedad guipuzcoana. Ahí está el primer envite que, a partir del 25 de abril, debería marcar las líneas de la función social de Kutxa.

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