«Se nos condena por ser guardianes de la tierra»
Los gobiernos de Michelle Bachelet y Cristina Fernández se presentan con aires progresistas y de izquierda. ¿Pero cuál es su verdadera cara ante las comunidades mapuches?
Son institucionalmente racistas. Estamos más perseguidos que nunca. En el caso de Cristina Fernández en Argentina es peor porque la imagen que proyecta es de defensora de los derechos humanos y, por tanto, cuesta más mostrar las políticas represivas de ese gobierno. Bachelet es una prolongación del Gobierno de Lagos, profundizando aún más las políticas neoliberalistas y mostrándose como «la dama de hierro» de Chile.
¿En qué situación están en el Estado chileno?
Es realmente alarmante; hay allanamientos, las comunidades en conflicto están militarizadas, no hay derecho a manifestarse porque la represión suele ser salvaje, han ido matando a nuestros jóvenes –uno de ellos murió atropellado por un camión forestal mientras participaba en el corte de una ruta. Nunca se abrió un proceso judicial contra la empresa–. Tenemos contabilizados seis casos de crímenes de Estado contra el pueblo mapuche. Cabe subrayar también la huelga de hambre que realizó Patricia Troncoso. La suya fue la huelga de hambre más larga de la historia de Chile, más de cien días. La protagonizó una mujer mapuche exigiendo a otra mujer chilena que le otorgase la amnistía. Y esta «dama de hierro» se mantuvo fría y absolutamente desaprensiva ante las voces de todo el mundo de que era probable que Patricia muriera. Sigue en la cárcel pero logró salir los domingos y el traslado a un centro de estudio y trabajo. El único motivo por el que son perseguidos es por su oposición a que las empresas norteamericanas invadan el territorio mapuche talándolo. En definitiva, se nos condena por ser guardianes de la tierra.
¿A qué retos se enfrenta la comunidad mapuche en su conjunto?
A muchos. Primero, la recuperación del territorio y la preservación de lo que nos han dejado, que es poco. Segundo, cómo conformar la identidad sin crear ghettos y cómo abrirse al intercambio con otros pueblos oprimidos sin sentirse invadido. Y cómo sobrevivir desde la filosofía y espiritualidad de nuestro pueblo en un mundo que maneja valores totalmente antagónicos. A. L.