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Cuarto asalto baskonista a la final Four

Maccabi y Siena, duelo de contrastes en magnitud, filosofía y conceptos

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Jon ORMAZABAL | GASTEIZ

La pequeña y preciosa ciudad toscana de Siena, con apenas 54.000 habitantes, es poco más que un barrio si lo comparamos con la magnitud de Tel Aviv y su influjo sobre una comunidad tan influyente como la judía. Las dos ligas italianas y la Saporta de 2002 del Mens Sana Montepaschi también parecen una nimiedad comparándolas con las cuatro Euroligas, una Suproliga, las 47 ligas y 26 Copas israelíes que adornan el palmarés del Maccabi. Sin embargo, todos estos contrastes se verán reducidos al mínimo el viernes a eso de las seis de la tarde, en cuanto el balón eche a botar en el Palacio de la Comunidad de Madrid.

Incluso, si tenemos en cuenta el desarrollo de la presente edición de la Euroliga, el equipo italiano se muestra mucho más fiable que el hebreo. Y no sólo por el hecho de haber sido el único equipo que ha solventado su eliminatoria de cuartos de final por la vía rápida, 2-0 ante el Fernerbahçe.

Casi todos los entendidos de esto del basket dicen que el ataque gana partidos y que la defensa da títulos. Pues bien, la primera semifinal de la Final Four enfrentará al mejor ataque de la competición, el del Maccabi de Tel Aviv con una media de 83 puntos por partido, contra una de las mejores defensas, la de los italianos, con un promedio de 69,63 puntos encajados. Este poder defensivo les llevó a batir el récord de robos en un encuentro de la Euroliga, con 29 en un partido, ante un rival cualificado como el Partizan, que tan difícil se lo puso al Tau.

Continuidad ante reacción

El discurrir de la temporada también ha sido muy distinto entre ambos equipos, ya que mientras la presencia en la Final Four en el caso del Montepaschi es la culminación a un trabajo bien hecho que ha venido fraguándose en los últimos años de la mano de Simone Pianigiani -el alumno aventajado de Carlo Recalcati-, el titubeante inicio de los amarillos en Europa y en su liga doméstica llevó a sus dirigentes a cortar a Oded Kattash tras una derrota ante el Ironi Ramat Gan y su hueco fue cubierto por un histórico como Zvi Sherf, general manager del club tras su paso por la selección israelí.

Esa continuidad como bloque es el principal argumento del equipo toscano, como bien definió su entrenador. «No tenemos superestrellas pero sí diez muy buenos jugadores que, jugando como un equipo, nos hacen ser muy duros».

En lo que sí se parecen Montepaschi y Maccabi es en la importancia que los jugadores estadounidenses tienen en sus proyectos. Así, el joven base Terrell McIntyre, una de las sensaciones del torneo, el alero Bootsy Thornton, que en Italia está dando el nivel que nunca dio en el Barcelona y el ala pívot Shaun Stonerook, con una gran mano desde 6,25, conforman la columna vertebral de un equipo con el apoyo de otros que no tuvieron fortuna en su paso por el Barcelona como Vlado Ilievski o Benjamin Eze que, en un equipo bien estructurado, están dando su verdadera talla. Kristof Lavrinovic es otro complemento de lujo en la pintura.

En el Maccabi, al margen de su estrella Nicola Vujcic, recuperado físicamente en el momento oportuno, y sus estrellas nacionales, Burstein y Halperin -Eliyahu está por debajo de lo previsto-, los estadounidenses tienen, como es costumbre en Israel, mucho peso. El atlético Bynum y el incombustible Sharp llevan la dirección junto con otro veterano, Vonteego Cummings. David Bluthental y el sorprendente Marcus Morris son otros dos yankees de lujo, mientras que las lesiones se han cebado con otra apuesta fuerte, Marcus Fizer. El gran escolta Kaukenas es la baja de Siena.

Precedentes

En la historia de la Euroliga, maccabeos y toscanos se han enfrentado en seis ocasiones desde octubre de 2002, con un contundente balance de 6-0 para los amarillos. Sin embargo, el Siena actual parece más fuerte que nunca y el Maccabi más irregular.

Mens Sana, el único equipo italiano «in corpore sano»

El Mens Sana Basket supone hoy por hoy la honrosa y agradable excepción de un pallacanestro italiano que atraviesa uno de los peores momentos de su historia. Lejos, muy lejos quedan los años en los que el Varese alcanzó diez finales consecutivas de la Copa de Europa entre 1970 y 1979, o épocas más cercanas como las del Milán de Bob McAdoo, Mike D'Antoni y Dino Meneghin, la Virtus, primero de Danilovic y poco después de Jaric, Ginobili o Andersen, o los mejores años de la Benetton de Treviso. El Montepaschi es el único que hoy por hoy se acerca a la altura de aquellos grandes equipos.

En menos de una década, los equipos italianos han pasado de copar las Final Four -Kinder y Virtus en el 99, Kinder 2000, Kinder y Benetton en 2002, Benetton y Montepaschi en 2003, Virtus y Siena en 2004- a no tener ni un solo representante en las tres últimas hasta que el equipo de Siena ha vuelto esta temporada. Pero esta buena actuación del equipo toscano no puede tomarse como un reflote del baloncesto italiano, ya que la participación del resto de equipos de la Lega ha sido decepcionante en esta Euroliga. Gracias a su poder de antaño, han sido cuatro los equipos de la Lega que han participado en la presente edición y el equipo boloñés y el romano no pudieron pasar de la liga regular, mientras que el equipo de la capital fue uno de los peores del Top-16, terminando en última posición del grupo G. En la Lega la supremacía del Siena es incuestionable, habiendo conseguido sus dos únicos campeonatos en los dos últimos años, el último con un 3-0 al Virtus en la final, y esta temporada domina la clasificación cómodamente, 30 victorias por sólo tres derrotas, ocho triunfos más que el Roma, segundo clasificado.

Al Polisportiva Mens Sana, fundado en 1871 y considerado el club deportivo más antiguo de Italia, siendo el primero en organizar partidos de baloncesto, le ha costado, pero con un proyecto serio y austero, una ciudad pequeña de unos 50.000 habitantes ha conseguido ser dominante en Italia gracias al apoyo de un sponsor solvente como el Banco Montepaschi, en un caso que recuerda mucho al Baskonia.

Frente a la locura desmedida de los grandes que intentaron competir económicamente con la NBA como en los casos de Rigaudeau o Danilovic, el Siena ha sabido crecer con sus cimientos fuertes y ha sido el mejor parado cuando la burbuja ha estallado. Las leyes fueron inflexibles cuando llegaron los problemas -Virtus y Fortitudo fueron descendidos- y el bajón ha sido espectacular. Por ejemplo, los partidos televisados son seguidos por entre 40.000 y 70.000 mil espectadores. J.O.

 

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