Raimundo Fitero
Excesos
Empieza a convertirse en un espectáculo demasiado manipulado. Me refiero a todo lo referente al secuestro del Playa de Bakio. La primera estatal está retransmitiendo en directo como si fuera un acontecimiento político. Es un ejercicio de propaganda y de utilización del sufrimiento ajeno para hacer campaña de imagen de un gobierno que ve como las estadísticas nos están advirtiendo del fin de un ciclo, del inicio de un nuevo precipicio económico al que asomarnos. Vivir en directo la salida de allí, la llegada al aeropuerto de Torrejón, los discursos de la ministra, los viajes a Euskadi o Galiza, también con el embarque y con la llegada a destino, es infrecuente, y mucho más si los protagonistas están reclamando privacidad, mesura, retornar a su invisibilidad ordinaria. Pues, no, no les dejan, se han convertido en material audiovisual, en materia para el espectáculo mediático, y munición para la confrontación política. Excesos.
Toda esta inversión publicitaria desde la cadena estatal, más la que están proporcionando las otras generalistas, nos provoca una desafección automática extraña, nos sentimos manipulados, como los propios pescadores, y desconfiamos de todo cuanto tenga que ver con un asunto que no se ha aclarado, ni se aclarará nunca, y que no hace falta ser un lince para comprender que se trata de hacer más grande algo que conmociona a la opinión pública, que entretiene, y que despista. Es parecido a lo del criminal austriaco, aunque con otras connotaciones, porque sobre esta alimaña estamos en la fase en donde la documentación y la imaginación se suman, cuando la rumorología y el morbo hacen crecer el caldo gordo de lo alienante, creando una gran confusión. Excesos.
Y en medio de estos dos focos, Eduardo Zaplana, tan contento, tan bronceado, con sus cuellos de camisa ortopédicos, dejando su escaño para incorporarse a Telefónica, en un cargo europeo. La verdad sea dicha, teníamos dudas sobre esta compañía, ahora mismo estamos al borde de la decisión final: borrarse. Si este individuo es un alto directivo, se trata de algo que no tiene nada que ver con el mundo de la empresa, ni de la comunicación. Será otra cosa. Y nunca buena. Excesos.