Martin Garitano Periodista
El magnolio de Telesforo
Hay en Bergara un magnolio grande, frondoso, elegante, que cubre buena parte de la fachada de la torre Olaso, la casa natal de Telesforo Monzón. Frente a él se escribieron muchas propuestas, se debatieron ideas, se tomaron resoluciones y a muy pocos metros de él se presentó, hace ya treinta años, la Junta de Apoyo de Herri Batasuna, la unidad popular con la que soñó Monzón y que en Txiberta habían hecho naufragar los jelkides (y aún hoy se enorgullecen de ello).
Treinta años después de aquellos hechos, el magnolio de la casa de Monzón sigue enhiesto, perenne, siempre verde, con sus amplias flores de pétalos blancos que crecen, precisamente, en este mes de mayo que hoy comienza.
Telesforo no está, ni Santi, Josu, José, Jokin, Jon y otros muchos que quedaron en el duro camino de tres décadas plenas de logros y lloros, de retrocesos y avances pero siempre en movimiento, sin que las dificultades, la represión más desaforada de unos o la incomprensión interesada de otros lograra detener su marcha. Tampoco está ya Herri Batasuna, ilegalizada por la democracia que Bergamín (también se cumple su aniversario este año) describió con acierto como chocolatuna y guardiaciviluna cuando se refugió en Euskal Herria. Y, sin embargo, se percibe su presencia, como la de los militantes que quedaron atrás. Herri Batasuna, treinta años después de su fundación, está presente en el ánimo de cientos de miles de vascos, con la misma solidez con la que el magnolio de la casa de Telesforo sigue firme, como si del primer defensor de la torre se tratara.
Ha llovido mucho en treinta años y, sin pretender parafrasear a Gardel en su tango, es de justicia reconocer que treinta años no son nada en la historia de un pueblo, pero que los recorridos por Herri Batasuna han dado frutos ya. Hermosos como las flores del magnolio. Y, aunque a muchos les duela en esa España de la que Bergamín se autoexilió, sus hojas son perennes, siempre verdes. Les queda mucha tarea a los de Herri Batasuna. Aunque alguno se empeñe en decir que ya no existe. Que miren al magnolio.