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Maite SOROA

También «El País» encaja el golpe

Ahora que han caído en la cuenta de que, en el asunto de las mociones contra ANV, la han pifiado, empiezan a señalarse unos a otros en búsqueda de responsables. Ayer le tocaba al editorialista de «El País» echarle los trastos a la cabeza a Ibarretxe.

Así reconocía su chasco porque «la moción de censura con los votos de los partidos opuestos a la violencia tenía por objeto evidenciar que las divergencias entre los demócratas cedían ante el imperativo de rechazar la utilización del asesinato como arma política. Ese objetivo ha fracasado: lo que se ha puesto de relieve es que otros factores pesan más para algunos partidos que el rechazo a ETA». Y eso se les hace ininteligible.

Recuerda, nostálgico, la ocasión en que desalojaron a HB de la alcaldía de Arrasate y dejaba sentado que «una razón de ello es que el lehendakari de entonces, Ardanza, ejerció su liderazgo para poner de acuerdo a todos los partidos no violentos. Ibarretxe ha renunciado a asumir esa responsabilidad. No quiere hacer nada que comprometa la unidad de su tripartito o le indisponga contra EHAK (la otra careta de Batasuna), cuyo apoyo necesita para obtener luz verde a su consulta soberanista. Su coartada, compartida por el sector de su partido encabezado por Egibar, es que ETA no debe condicionar el derecho a decidir de los vascos, del que hace depender a su vez (ilusamente) la retirada de la banda». Ya tienen dos culpables.

Y no ocultan sus preferencias: «La inicial oposición de Egibar a apoyar la moción provocó una reacción enérgica de los socialistas que obligó a intervenir a Urkullu, presidente del PNV. Su propuesta alternativa, destinada a ganar tiempo y disimular que era una rectificación, fue la de invitar previamente a los de ANV a condenar las amenazas de ETA, instarles a dimitir si no lo hacían y sólo después de que se negaran a plantear la moción de censura. Los socialistas aceptaron ese rodeo en aras de la unidad y por facilitar las cosas a Urkullu en su batalla interna. Ahora se ve que fue una ingenuidad. Los aliados del PNV han hecho el trabajo sucio para rechazar esos pasos previos, dando de paso la coartada que necesitaba Ibarretxe para seguir silente y escondido». Lo que se ve es quién es el amigo del PSOE...

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