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Elena Olalla y Diosdado Plaza Tafalla

Agradecimiento a quien recuperó a nuestro hijo

Nuestro hijo llevó una vida normal durante los primeros veinte años de su vida. Entonces comenzó a padecer una de esas «enfermedades raras» que nadie diagnostica ni a la que nadie ofrece solución: trastorno sicosomático, síndrome miofacial, fribromalgia; y sus síntomas: dolores insoportables de cabeza, cuello y brazos.

En Nafarroa, con los mejores centros sanitarios y especialistas, a lo largo de ocho años horribles se pasaron la pelota de unos a otros. Tras realizarle toda clase de pruebas, sin resultado, nuestro hijo estuvo 15 veces ingresado. La única realidad era que el dolor no cedía mientras entraba en un círculo desgarrador de tratamiento con morfina y posteriores desintoxicaciones. A la vez buscamos otras alternativas, que no brindaban ninguna solución y que generaban un gasto económico tremendo.

Nuestro hijo «tiró la toalla». Fue entonces cuando contactamos con Antonio Arcos, osteópata. Ante la gravedad de la situación, propuso a nuestro hijo el traslado a Barcelona durante un año como mínimo. Arcos lo acogió en su propia casa y se implicó de forma admirable y desinteresada en la batalla contra el dolor. Nuestro hijo no ha vuelto a tomar medicación, de nuevo trabaja y ha recuperado la alegría de vivir.

Por todo ello queremos agradecer a Antonio Arcos sus conocimientos de osteopatía, así como su generosidad, fuerza y decisión.

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