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José Manzaneda Coordinador de www.cubainformacion.tv

Cuba: transformaciones y debate en la Revolución

Algunos índices macroeconómicos y el favorable cuadro de alianzas en la región presentan un escenario con nuevas fortalezas y oportunidades para una fase histórica marcada por la renovación y readaptación del proyecto socialista Ha llegado el momento de enfrentarse, con visión histórica y altura estratégica, al núcleo duro de las contradicciones acumuladas

Para comprender lo que está ocurriendo y, sobre todo, lo qué va a ocurrir en Cuba en los próximos años, es necesario leer con atención el discurso del actual presidente Raúl Castro, pronunciado ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) el 24 de febrero de 2008. El texto es un brillante y esperanzador ejercicio de autocrítica revolucionaria que anticipa cambios profundos en todas las estructuras del aparato administrativo, productivo y político del país, y que es una exhortación a la aportación crítica de todo el pueblo.

La dirección política de la Revolución ha sido perfectamente consciente, durante todos estos años de Período Especial -una fase histórica aún no superada-, de la acumulación de problemas, carencias, deficiencias y contradicciones en la realidad económica, social, cultural y política del país, producto de una durísima etapa en la que el objetivo fue la supervivencia y la resistencia en los logros sociales esenciales. La búsqueda de soluciones de emergencia para la totalidad de la población -que, en la hipótesis capitalista latinoamericana, habría salido fracturada entre incluidos, excluidos y miserables- se trató de realizar sin hipotecar a futuro las bases del proyecto histórico cubano: la construcción de una nación independiente, con igualdad y justicia social, y en base a la propiedad colectiva de los medios de producción.

Sin embargo, la brutal fractura con las estructuras productivas y de comercio construidas en torno a una comunidad política que súbitamente había dejado de existir, sumada a las condiciones de aislamiento y cerco económico abierta o veladamente impuestas por Estados Unidos, sus gobiernos aliados y las instituciones financieras multilaterales, supusieron determinar algunas concesiones tácticas en materia económica y, sobre todo, la imposibilidad de hacer frente a numerosas necesidades sociales. El resultado, después de casi 20 años, es la actual radiografía social de Cuba, claramente más heterogénea, problemática y compleja que en los años 80, y en la que se insertan numerosos elementos ajenos al proyecto histórico de la Revolución: desde la existencia de desigualdades hasta graves carencias materiales en algunas capas de población, pasando por la corrupción -básicamente, de pequeña escala- y la baja eficiencia de diversas estructuras del modelo productivo.

El citado discurso de Raúl -que es parte del guión in crescendo iniciado en el discurso de Fidel Castro del 17 de noviembre de 2005 ante estudiantes de la Universidad de La Habana- anticipa que ha llegado el momento de enfrentarse, con visión histórica y altura estratégica, al núcleo duro de las contradicciones acumuladas. Y debe encarar este desafío ahora, porque el país ya está en condiciones de hacerlo: la mejora en algunos índices macroeconómicos -tasa de crecimiento, reservas en divisa, independencia energética- y el favorable cuadro de alianzas en la región presentan un escenario con nuevas fortalezas y oportunidades para una siguiente fase histórica marcada por la renovación y readaptación del proyecto socialista.

Es un momento propicio para que la Revolución -trabajadores y trabajadoras, vanguardia política, administración- ataque todas estas asignaturas pendientes nacidas, fortalecidas o legitimadas en el Período Especial, y repasadas por Raúl Castro en sus breves pero contundentes discursos con severidad y sinceridad guevarianas. Para ello el presidente cubano ha abierto como nunca la puerta a la opinión y participación directa del pueblo: «No hay por qué temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra, en la que por su esencia no existen contradicciones antagónicas, porque no lo son las clases sociales que la forman. Del intercambio profundo de opiniones divergentes saldrán las mejores soluciones». Es el momento adecuado. El de las transformaciones necesarias que permitan asegurar el futuro del socialismo cubano y, de este modo, que Cuba siga siendo referente internacional de construcción de justicia social para tantos pueblos del mundo.

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