Igor Yebra volvió a actuar ayer en el Teatro Arriaga, después de diez años, y lo hizo con la misma obra que interpretó entonces, «Giselle». En la presentación a los medios de esta pieza que presenta el Ballet de la Ópera Nacional de Burdeos, del que Yebra es artista invitado, el bailarín bilbaino aseguró sentirse «más que contento» de regresar al Arriaga.

«No tengo palabras para expresar lo que siento por volver a bailar aquí. Bailar en Bilbao es bailar en casa, pero es cierto que este teatro tiene una parte muy especial de mi corazón, ya que fue el primer teatro que pisé como bailarín amateur, primero, y como bailarín profesional de la compañía de Víctor Ullate, después», explicó.

Además, se da la coincidencia de que Yebra regresa al Arriaga con «Giselle», pieza que interpretó en su último espectáculo en este escenario hace diez años, junto a Ullate. Por esa razón, el bailarín bilbaino confesó que este regreso es «más que un sueño» y comentó que, cuando se lo propusieron, pensó que sería «una cosa muy bonita para cerrar el círculo».

Al parecer, problemas de agenda, junto a «cuestiones escénicas», le impidieron volver antes al Arriaga. «Hacerlo con la Ópera de Burdeos es muy especial para mí, porque son como parte de mi familia», aseguró.

Yebra reconoció que, durante los siete años que lleva colaborando con esta compañía, le ha cambiado la perspectiva de la danza. «Yo estaba más vinculado a la escuela rusa y, en la Ópera de Burdeos, me han introducido en la escuela francesa, que da prioridad a la calidad del paso más que a la cantidad de los mismos. Eso alarga la vida del bailarín, porque, interpretativamente, sigues creciendo y, técnicamente, hace que cuides más los inicios y finalizaciones en los pasos», explicó.

Interpretación diferente

El bailarín bilbaino reconoció también la labor del director de la compañía, Charles Jude, quien compareció junto a Yebra y al resto de bailarines principales. «Además de ser una de las grandes estrellas de la danza, trabajó con Rudolf Nureyev y, por tanto, aprendió de él, que es tanto como aprender directamente de la fuente, aprender de uno de los más grandes de la historia», afirmó.

Yebra, que ha representado hasta 12 versiones coreográficas diferentes de «Giselle», aplaudió la versión que Jude presenta este fin de semana, aunque reconoció que el papel que interpreta dentro de este ballet clásico es «muy diferente» del que ofreció hace diez años sobre el mismo escenario. «Son muchos los cambios que he vivido desde entonces, tanto personal como artística y técnicamente. Es la madurez», reconoció.

Estos cambios han afectado, según explicó, a su concepción del personaje que interpreta. «Al principio, el primer acto era más amoroso, más parecido a un juego, pero, con el tiempo, comprendes que Albercht es un bicho como persona. Es un príncipe que está jugando con Giselle, porque él ya está prometido. A ella la conduce a la muerte y sólo se da cuenta de lo que ha hecho cuando la pierde definitivamente. Es un personaje muy de actualidad», añade Yebra.

«Giselle», joya del ballet romántico, fue creada en 1841 y redescubierta por los rusos, según explicó Jude, que alabó el nivel artístico de todos los artistas.

Igor Yebra actuará también hoy y mañana junto a las bailarinas Oksana Kucheruk, Emmanuelle Grizot y Stéphanie Rublot (que se turnarán en el papel protagonista), pero el domingo será sustituido por Roman Mikhalev en el pase especial.