¿Derrota de Brown o herencia de Blair?
Los resultados de las elecciones municipales en Inglaterra y Gales no dejan lugar a dudas: el laborismo ha entrado en crisis y la figura de Gordon Brown como líder del «centro-izquierda» sigue menguando paulatinamente. Tal y como señalaban ayer algunos analistas ingleses –recurriendo una vez más a los manidos símiles futbolísticos–, la victoria de Ken Livingstone en la alcaldía de Londres hubiese supuesto un rácano empate a uno en casa, pero su probable derrota a manos del estrafalario derechista Boris Johnson supone un claro 2-0. Esto pone más difícil aún un partido de vuelta que podría retrasarse hasta 2010, año en el que termina el mandato comenzado por Blair.
Se puede discutir sobre si estas elecciones marcan o no el ocaso de una concepción política basada en el liderazgo ejercido por Blair. Tirando de esa argumentación, se debe cuestionar también si se puede achacar esta derrota enteramente a Brown o si, por el contrario, el castigo de los votantes laboristas tiene un carácter retroactivo. No obstante, independientemente del sentido que se dé a esas cuestiones, si algo demuestran estas elecciones es que el modelo impuesto por Blair perdura. Al fin y al cabo, en ese modelo cabe perfectamente la posibilidad de que los nuevos gestores del sistema pertenezcan al partido conservador. Por ejemplo, una de las consecuencias de estas elecciones es que el líder de los torys, David Cameron, sube enteros en su carrera hacia Downing Street. No en vano la alternancia es uno de los términos preferidos de aquellos que renunciaron a plantear alternativas a cambio de asegurarse un periodo en el poder.
Cuando el programa político de unos y otros tiene un marco ideológico tan similar que resultan indistinguibles, la diferencia la pueden marcar los cabezas de lista. En definitiva, la famosa tercera vía emprendida por Blair no deja de ser una oscura y larga noche ideológica donde todos los gatos son pardos y en la que gana el que más alto maúlla –como Boris Johnson– o el que más suave ronronea –como David Cameron–.