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Crónica | Referéndum autonomista en Bolivia

Con rabia y dolor desde el departamento de Santa Cruz

Santa Cruz celebra mañana su referéndum autonomista, considerado ilegal por el Gobierno de Bolivia y por distintos organismos internacionales. El departamento vive un ambiente social de temor e incertidumbre.

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Grover CARDOZO Alai-Amlatina

Me encuentro en la Avenida Santos Dumont a la altura del tercer anillo de la ciudad de Santa Cruz. Desde el corazón mismo de esta tierra, desde esta región que se apresta a vivir un duro episodio de su historia, tengo el deber moral de denunciar a Bolivia y el mundo lo que sigue.

Santa Cruz en estos momentos es víctima de un acuerdo político, de un pacto de sangre de logias que controlan a la región con la estrategia del miedo. Logias que articulan un discurso, que en apariencia es cruceñista, pero que no hace más que esconder de la manera más aviesa oscuros intereses contra el pueblo y contra el Gobierno democráticamente electo.

El ambiente social aquí en Santa Cruz es de temor e incertidumbre. Una parte de la población ha instalado un ambiente de fiesta, de alegría, con marchas, música carnavalera y baile de jóvenes y muchachas y niños. Otros sectores miran en silencio, con impotencia y mordiéndose la lengua, lo que hacen los sectores acomodados, los cambas blancos que descienden de extranjeros.

La estrategia del miedo ha funcionado. Los sectores duros han logrado que la Unión Juvenil Cruceñista sea temida por una buena parte de la población. Otros sectores en cambio hicieron a un lado el miedo y toman las calles y las plazas para protestar y expresan su voz en canales, radios y periódicos alternativos, pero la cobertura de prensa para esas voces es tan reducida e insignificante que da la impresión de que en Santa Cruz hay una sola consigna, una sola mirada y una sola línea política.

Los medios de comunicación en Santa Cruz han tocado fondo en cuanto a credibilidad. Radios, canales y periódicos han establecido un cordón umbilical directo con el Comité Cívico Pro Santa Cruz y la prefectura.

Como nunca había ocurrido en la historia de la comunicación, no hay cabida para las voces disidentes. Conductores y periodistas dan por hecho que todos apoyan los estatutos autonómicos y que TODOS deben votar por el sí, en la consideración de que los OTROS no cuentan y, por tanto, no son parte del TODO. La capacidad crítica de los periodistas de los grandes medios está en pausa y muchos de ellos ni siquiera guardan el decoro de disimular lo que hacen, porque en Santa Cruz el que no sigue el guión es fichado por los líderes de las logias y «se queda sin pega».

Quien enciende un televisor y pasa revista a los canales tradicionales, observa que sólo hay un discurso de línea proautonomista y si algo se dice del Gobierno es en clave de contrainformación, para señalar que de cualquier modo el Gobierno ataca a Santa Cruz, «que el Gobierno se agarró con Santa Cruz».

Las condiciones para ejercer el derecho a la libertad de expresión son tremendamente adversas y esta dictadura mediática sólo tiene parangón con lo vivido con gobiernos dictatoriales.

La Corte Departamental Electoral tiene el más triste papel y al señor Parada no sólo le dieron el triste papel de llamar a votar a la ciudadanía cruceña, sino que a través de spots dice que la consulta de Santa Cruz está absolutamente apegada a la ley. «Con la ley en la mano» tienen la desfachatez de decir cuando toda Bolivia y el mundo sabe que es un referéndum sin manto legal y absolutamente atentatorio al estado de derecho y por eso mismo con cariz de golpe de Estado político dentro de un régimen democrático.

De darse la consulta autonómica, el evento habrá hecho meritos para ingresar a los récord Guiness, porque será la primera vez que se llevará a cabo una consulta, un plebiscito, sin previo debate, sin contraposición de ideas, con tanta mentira, discriminación y desprecio por el otro, es decir, se sufragará en un clima absolutamente antidemocrático.

 

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