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Al final, se jugó con tres pivots en Madrid

Imanol AMIANO

Empezar bien. Una condición sine qua non en las Final Four. Un axioma que impide darle la vuelta a partidos en los que para cuando te has atado las zapatillas, vas quince abajo. Bueno, casi, porque siempre, como en la primera semifinal, puede haber un Hierrezuelo que ayude a romperlo. El axioma, digo. Y el partido, también. El caso es que, no se sabe si por el codo de Splitter o para terminar de correr el estúpido velo que descorrió McDonald, Will, de salida. Y muchos, yo incluido, con cara de poker, pensando que vamos de farol.

No se podía ir a Madrid con tres pivots, se decía. Y menos mal que fueron cuatro. Singleton, fichado para marcar diferencias dentro, salió tres minutos, hizo tres faltas, y hasta los play-offs de la ACB. ¡Como para prescindir de McDonald! Pero Spahija no iba de farol. Y los suyos, tampoco. Defensa descomunal, aunque se cediera alguna segunda opción, y Tiago, a percutir. Pero entre que apareció Holden para destrozar cualquier intentona zonal de Spahija y que el codo del brasileño le condicionaba en los libres, el Baskonia no terminó de romper. La tercera de Teletovic fue el principio del fin. Con Singleton sentado en las profundidades del banquillo y los dos cincos en pista, el Baskonia no estuvo cómodo.

Partido nuevo. Y en este segundo comienzo se empezó mal. Para colmo, salió el hierrezuelo de turno -dobles no señalados, falta que no es que sí pitan-, 10-0 de parcial... y Andersen, que hace el resto. Al final, se jugó con tres pivots. ¡Y qué cerca nos quedamos!

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