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Iñaki Lekuona Periodista

Homosexuales, esos seres inferiores

La mentalidad de Francia ha cambiado, ahora hay que cambiar las leyes». La frase la pronunció en 2005 Stéphane Chapin, al poco de escuchar el veredicto del tribunal de Burdeos por el que quedaba anulado el matrimonio que le había unido un año antes a Bertrand Charpentrier, en el que fue el primer matrimonio entre personas del mismo sexo oficiado en la República. «Lo único que pedimos es un derecho. El derecho de elegir». Por ahora ese derecho no pueden ejercerlo. Es más, las lesbianas y los gays que se empecinen en elegir libremente su estado civil pueden llegar a perder la ciudadanía francesa. Suena rocambolesco, pero le ha sucedido al bretón Frédéric Minvielle, pobre incauto al que se le ocurrió casarse con un holandés hace cinco años, decisión que le ha servido para obtener ciudadanía neerlandesa pero que le ha privado de su carné de identidad francés, de su pasaporte y de su condición de ciudadano de la República.

Esto sucede en el país de la igualdad, país en el que el presidente de la República, que va por su tercer matrimonio, se permite el lujo de prohibir a dos personas casarse por primera vez. Sarkozy tampoco mueve un dedo cuando uno de los suyos, el diputado de la UMP Christian Vanneste afirma que «el comportamiento homosexual es una amenaza para la supervivencia de la humanidad» y que «la homosexualidad es inferior a la heterosexualidad»... Grandes reflexiones para la posteridad.

Pero en algo tiene razón el homófobo Vanneste: los homosexuales son inferiores. Ante la ley, claro. Es posible que la mentalidad de Francia haya cambiado, pero sus leyes no lo harán en los próximos años. No al menos mientras sigan en el Gobierno personajes como la ministra de Educación superior, Valérie Pécresse, que en el informe parlamentario que dirigió hace unos años concluyó que «la complementariedad hombre-mujer debe continuar siendo el fundamento del matrimonio». Mientras tanto, los homosexuales franceses seguirán siendo ciudadanos de segunda a pesar de pagar sus impuestos. O eso, o dejarán de ser ciudadanos franceses. Gran país éste en el que gays y lesbianas son seres inferiores. Mira dónde ha quedado Mayo del 68.

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