El balance sobre diez años del euro lleva a debate la política monetaria
El balance sobre una década de la moneda única europea que presentará mañana la Comisión Europea destacará los «éxitos» del euro y presentará propuestas para mejorar la política monetaria, pero, a la vez, abrirá el debate sobre dicha política, el control de los presupuestos de los estados, los tipos de cambio o el sometimiento del BCE a un «gobierno económico» de la eurozona, como plantea el Estado francés.
GARA |
La Comisión Europea conmemorará mañana los diez años del nacimiento de la unión económica y monetaria, en un momento de desaceleración en el que crecen los recelos frente a la fortaleza del euro y a la firmeza de la política monetaria del Banco Central Europeo.
El Ejecutivo de la UE tiene previsto aprobar un informe en el que hará balance de «los numerosos éxitos del euro», y en el que también incluirá propuestas para «mejorar el funcionamiento de la unión económica y monetaria» (UEM), según adelantaron fuentes de la Comisión.
Fue el largo fin de semana del 1, 2 y 3 de mayo de 1998 cuando los jefes de gobierno europeos decidieron por unanimidad, en una cumbre extraordinaria celebrada en Bruselas, qué países cumplían las condiciones para entrar en la tercera fase de la UEM y adoptar la moneda única a partir del 1 de enero siguiente.
Aunque las monedas y billetes no entrarían en circulación hasta el año 2002, la unión monetaria comenzó en 1999 con unos tipos de cambio fijos y una política económica común, como resultado de la decisión tomada en aquella cumbre de Bruselas hace ahora diez años.
En el grupo inicial estuvieron once estados de la UE: Bélgica, Alemania, Estado español, Estado francés, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Austria, Portugal y Finlandia. El 1 de enero de 2001 se les sumaría Grecia; en 2007 Eslovenia, y en 2008, Chipre y Malta.
En su comunicación de mañana, bajo la dirección del comisario Joaquín Almunia, la CE abordará «desafíos urgentes» que afectan al futuro de la unión monetaria como la globalización, el envejecimiento de la población y el calentamiento climático, que impone un cambio en el sistema productivo. La comunicación irá acompañada de un informe más detallado, en el que han colaborado especialistas del mundo académico, dedicado a conmemorar los diez años de la unión monetaria.
El Estado francés o Italia quieren aprovechar el debate sobre la mejora del funcionamiento del euro para reforzar el peso de sus gobiernos frente al Banco Central Europeo. La Comisión debería apelar a reforzar la coordinación de las políticas económicas de sus estados miembros, pero eludirá cualquier referencia a la instauración de un «gobierno económico», que es deseado por el Ejecutivo francés.
Un «gobierno económico»
Bruselas desea sobre todo, «una ampliación de la vigilancia» de los resultados presupuestarios de los Estados, y, sobre todo, «de las reformas estructurales, cuyo impacto sobre las cuentas públicas debe ser tenido más en cuenta», explicó una fuente comunitaria, pero no propondrá nuevos instrumentos de control para no dirigir a los estados miembros. Así, las propuestas sólo serían el inicio de un debate que los países de la UE ampliarán posteriormente.
Tras su elección hace ahora un año, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha expresado de forma clara su voluntad de dotar a la zona euro de un verdadero «gobierno económico», susceptible de tratar de igual a igual con el todopoderoso, y sordo a los requerimientos de los estados, Banco Central Europeo (BCE).
La propuesta de Bruselas debería ser objeto de una primera discusión en junio en una reunión de los ministros de Finanzas. Pero el verdadero debate se desarrollará durante la presidencia semestral francesa de la Unión, a partir de julio. «Espero que bajo la presidencia francesa, podremos aprovechar plenamente las potencialidades de esta propuesta», subrayó la semana pasada el secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Jean-Pierre Jouyet. «Francia mantiene hace tiempo una postura a favor de crear un gobierno fuerte en la zona euro. Esta contribución de la Comisión será muy positiva para que tenga lugar ese debate» añadió una fuente diplomática.
París se ha visto obligado a rebajar sus ambiciones iniciales. Hace algún tiempo, había mencionado la posibilidad de celebrar una cumbre de jefes de Estado de la zona euro para este verano. Pero Alemania vio en ello un intento de «independizarse» del BCE. Además, subsisten otros temas sensibles. «Será necesario poner sobre la mesa la cuestión de la política de cambio», indicó una fuente diplomática francesa.
Ambigüedad
La zona euro vive desde su creación en una situación de ambigüedad: los gobiernos son, según el tratado europeo, los encargados, de fijar las orientaciones generales de la política de cambio, pero en realidad es el BCE, de forma totalmente independiente, a quien corresponder llevarla adelante.
Esta frustración condujo a los responsables franceses a criticar en varias ocasiones, y sin gran resultado, la ausencia de reacción del instituto de Fráncfort ante la inquietante revaloración del euro ante el dólar.
«Creo en la moneda única y creo en Europa, pero no acepto cómo se administra el euro», afirmó el propio Sarkozy antes de su elección hace un año.
El entonces candidato acusó al BCE de dar preferencia a la lucha contra la inflación en perjuicio del apoyo al crecimiento y el empleo. Anunció que, de ser elegido, pediría a los socios de en la zona euro que se administre la moneda única tal como Estados Unidos lo hace con el dólar, Japón con el yen o China con el yuan. «La moneda debe ser un instrumento al servicio del crecimiento y del empleo», sentenció.
Con la llegada al poder en Italia de Silvio Berlusconi, París podría contar pronto con un aliado. Berlusconi no ha tardado en dirigirse al BCE para reclamar que se dé relevancia a lo que los responsables políticos tengan que decir sobre la política de tipos de interés.
El Estado francés o Italia quieren aprovechar el debate sobre la mejora del funcionamiento del euro que abrirá la Comisión para reforzar el peso de sus gobiernos frente al Banco Central Europeo, al que critican por su política monetaria y de control de los presupuestos estatales.
Uno de cada tres alemanes echa de menos el marco alemán, el Deutsche-Mark, y desearía la reinstauración de la que fue su extinta moneda nacional, según un estudio del Instituto Ipo de Mannheim. Diez años después de que los líderes de la UE acordasen la implantación del euro, el porcentaje de nostálgicos de la moneda nacional se sitúa en el 34 por ciento. La principal razón para este nostalgia es que buena parte de la población atribuye el encarecimiento del coste de la vida al euro. La moneda única se ha ganado en Alemania el apodo de «teuro», juego de palabras entre «euro» y «teuer» -«caro»-. El marco alemán fue por el contrario estandarte de la estabilidad monetaria y símbolo del «milagro» económico tras la II Guerra Mundial.
Por su parte, el franco, pese a haber sido sustituido por el euro hace siete años, sigue siendo para muchos franceses un referente de los precios, sobre todo para las compras poco frecuentes y de cantidades elevadas, y quienes más recurren a la antigua moneda son las personas más mayores o con poca formación, según un estudio del INSEE, que subraya las dificultades para utilizar el euro «en transacciones excepcionales» como la compraventa de un coche o de una vivienda. Menos de uno de cada tres consultados piensan sólo en euros para la adquisición de un coche, y un 60% declaran hacerlo sólo en francos.
En términos generales, cuando la operación supera los 1.500 euros, más del 10% de las personas tienen que calcular su valor en francos para darse cuenta de su valor, frente al 2% cuando se trata de operaciones inferiores a los 100 euros.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha asegurado que tiene la intención de que Polonia esté preparada para entrar en la zona euro a partir del año 2011, lo que exigirá a este país realizar una profunda reforma en su economía lo antes posible si quiere alcanzar los criterios de convergencia exigidos. «Me gustaría que en esa fecha estuviésemos en disposición de cumplir con los requisitos de la UE», explicó Tusk en declaraciones a la cadena de televisión TVN24.
«Yo puedo asegurar que estaremos preparados, pero para concretar cuándo se adoptará el euro será necesaria la aceptación previa de la mayoría del Parlamento y del presidente», añadió el primer ministro. Cuatro años después de su ingreso en la UE, la población polaca mantiene reservas frente a la adopción de la moneda comunitaria, por el temor a un importante incremento en los precios, tal y como ha sucedido en otros estados de la Unión, y a las reformas económicas.
París quiere aprovechar que la parte fundamental del debate tendrá lugar en el segundo semestre del año, durante su presidencia de turno de la Unión, para relanzar su propuesta sobre un «gobierno económico» que se sitúe al mismo nivel que el BCE.