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Marcelo Alvarez, Javier García y Lander García Ahaztuak 1936-1977

Sartaguda mañana

Sentimientos, reflexiones que se agolparán mañana en Sartaguda, en el Parque de la Memoria. Nosotros iremos allí con la idea de que no es final, sino continuación de un camino que nos demuestra la potencialidad de la determinación y del trabajo popular por encima de todo

En la fotografía del horror construida por los adalides de la «nueva España» en tierras navarras tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936, Sartaguda ocupa, sin duda, un triste lugar preferente. Desgraciado privilegio el suyo y estremecedor su apellido de pueblo de las viudas por lo que entraña.

Ahí estará -está- situado el ya conocido como Parque de la Memoria que se inaugurará mañana, lugar que rememora a los miles de navarros asesinados y represaliados por el fascismo triunfante. Sin embargo, y aunque esté situado en este punto del mapa navarro y ribero, Sartaguda pertenece ya, por derecho y sobre todo por sufrimiento propio, a una geografía mucho más amplia, como es la geografía de la memoria, de esa memoria democrática y antifascista navarra, vasca... compartida también con la de otros pueblos y ciudadanos del Estado español: Sartaguda, al igual que Gernika, que Badajoz, que Madrid... es patrimonio y referencia de la memoria democrática y antifascista global, universal.

Mañana, pues, en Sartaguda vibrará con fuerza esa memoria que recordará anhelos, besos perdidos, lágrimas, despedidas que no pudieron ser y otras que hubieron de ser a la fuerza. En las grandes piedras preparadas para tal fin el cincel ha ido tallando nombre a nombre, muerte a muerte, el precio que los ricos, los poderosos y sus aliados en la tierra y en el cielo pusieron aquellos días a las ideas de una verdadera democracia política, social y económica y, sobre todo, el precio que pusieron a la osadía de intentar llevarlas a la práctica.

Mañana, en Sartaguda, estamos convocados por la memoria y también por la conciencia los vivos y los muertos. Junto a los cientos, miles de personas que iremos a llevarles, a llevarnos, un sentimiento anudado quizás con un clavel, también llegaran allí los fusilados de la Vuelta del Castillo y los del monte Ezkaba y los de las alturas de Igal y Bidangoz, y Fortunato Agirre, Ramón Bengarai, Felipe Amatria, Gregorio Oyón... y también Maravillas -esa florecica de Larraga que nos canta Fermin- dándole la mano a Vicente, su padre, mientras nos ofrece la acuarela de su alma para que de ella tomemos los colores de libertad con los que debemos de pintar nuestro futuro.

Mañana Sartaguda será un buen sitio, un buen momento para realizar una reflexión sobre la muerte de todos ellos, sobre las ideas por las que murieron y sobre lo que nosotros hacemos para que personas e ideas no sean olvido. Sus nombres, escritos en la piedra, serán -son- una interpelación directa a la conciencia de todos los que allí estemos sobre lo que ya hicimos y sobre los que aún no hemos hecho en esta tierra donde aún hoy perviven calles en honor de los asesinos y de sus cómplices, mausoleos que conservan los restos de los diseñadores de la masacre y escudos a mayor gloria de la «nueva España» edificada impasible el ademán sobre la muerte de los aquí rememorados... ¿Les diremos a aquellos de entre todos que fueron fusilados tras una farsa de juicio que hoy siguen teniendo sus condenas jurídicamente válidas? ¿Que nunca se hizo nada para devolver a sus familias o a ellos mismos sus bienes incautados? ¿Que tantos siguen viviendo todavía hoy, a la vista de tantas cosas, con la sombra pegajosa del miedo a decir, a buscar, a contar, porque los de siempre siguen estando ahí?

Sentimientos, reflexiones que se agolparán mañana en Sartaguda, en el Parque de la Memoria. Nosotros iremos allí con la propuesta de que este acto sea un punto de inflexión para continuar la lucha por la verdad, la justicia y la reparación. Con la idea de que Sartaguda no es final, sino continuación de un camino que nos demuestra la potencialidad de la determinación y del trabajo popular por encima de todo. Con la propuesta de que en Sartaguda no se cierra nada, nada queda relegado. Con el convencimiento de que la peor traición que podríamos hacerles a los aquí rememorados sería precisamente utilizar este homenaje para comenzar a postergarlos al olvido, ya sea de forma sibilina o de forma declarada. La peor traición sería utilizar este homenaje para enmascarar, para justificar, tras las palabras grandilocuentes y el boato, nuestra propia cobardía, nuestra propia renuncia a continuar la lucha que ellos continuaron de otros anteriores a ellos por unos ideales de «democracia, democracia» que tanta falta nos siguen haciendo... El cambiar la verdad, la justicia y la reparación por este acto.

Para Ahaztuak 1936-1977 y para otra mucha gente Sartaguda no será una tumba. Allí no está enterrado nada porque nada está concluido, sino que, al contrario, todo queda al aire, pendiente abrazo, despedida, beso, flor que nos señalaba el cantautor canario Pedro Guerra y que nos certifica desde su ausencia sepultada en tierras gallegas Tomás Urdiain, navarro y tripulante del buque «Mar Cantábrico», apresado por un buque fascista en aguas del Cantábrico por traer armas para la República, fusilado junto a sus compañeros marinos en El Ferrol y que hasta hoy no consta en el listado de navarros asesinados por los fascistas...

En su memoria y en la de todos aquellos que, como nos recuerda la bicicleta dibujada por el argentino Fernando Traverso en una pared de Sartaguda, iban pedaleando un sueño y fueron sorprendidos en plena cuesta. En memoria de todos los que siguen y seguirán pedaleando nuevamente aquel sueño tratando de subir, una vez más, la cuesta.

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