Fede de los Ríos
Rapaces de corral
Nunca, el que suscribe, defendió los llamados derechos humanos. Porque nunca conoció a un humano de esos a los que dicen ir dirigidos. Siempre le pareció que la tan traída y llevada declaración de los derechos de un hombre abstracto e inexistente era la declaración de los derechos del ciudadano propietario, es decir del burgués.
El derecho a la propiedad quería ser, a la postre, la cristalización en forma de ley de lo que en origen fue, valga el pleonasmo, robo con violencia. El derecho al trabajo no deja de ser un insulto para el que no lo tiene. De igual manera, el derecho a la vivienda.
Vacuas palabras que no refieren realidades concretas, en un intento de secularización del bálsamo religioso hoy en día demodé. Antes, al menos, prometían paraíso a la diestra de Dios padre; ahora resulta mucho más prosaico, derecho a ser explotado y, entre jornada y jornada, derecho a recuperarse en un adosado con jardín.
Derechos de los humanos poseedores, que nada real, es decir material, aportan a los desposeídos. Propaganda moralizante al servicio del capital y del estado para consumo de la sociedad llamada civil, compuesta por apolíticos ciudadanos aislados, estabulados a la manera de las vacas, por derechos que dicen ser individuales. Incluso oímos proclamar sin sonrojo, a ciertos sindicalistas, el derecho a la huelga como un derecho individual. Discípulos de Onán en lo sexual, imagino.
Y hablan, los más doctos, del derecho a la vida, pretendiendo ocultar que la vida no es un derecho primero ni último, sino un hecho. O se está vivo o no se es. Tendrá que volver Perogrullo al Parlamento.
Esta ideología de los derechos humanos, esta construcción abstracta sobre la nada está legitimando un pensamiento débil que actúa de vaselina para mezquinas actuaciones, muy humanas y morales, eso sí, sobre los que se ha desposeído de humanidad, al desposeerlos de la ciudadanía por negarse a ser individuos apolíticos.
Ahora, en el Parlamento vascongado, los defensores del orden burgués, vascos y españoles al alimón, cruzados de los derechos humanos, en especial del derecho a la vida padre, han aprobado una resolución no de ley para recuperar para la democracia las alcaldías que están en manos infieles de ANV, gracias a los votos, no de ciudadanos sino de bárbaros politizados.
¿Y decís no ser violentos?
Cuanta miseria y cinismo caben en el pesebre, demócratas.