Decía hace unas fechas Paul Stanley, miembro del veterano grupo Kiss y en breve participante en la primera edición del Kobetasonik de Bilbo, que en su actual gira no presentan disco nuevo porque eso no le interesa a nadie, que la gente viene a divertirse, ver su show y a recordar los hits de siempre. Y tiene razón, ¿a quién le interesaría un nuevo álbum de Kiss y que éste fuese la base de su concierto en Bilbo?. Y tiene razón Paul, ¿a quién le interesan las canciones de «Revenge» (1992)? No obstante, el modelo Kiss no es aplicable con exactitud a la historia de Barricada, Rosendo y Aurora, pues mientras Kiss pueden refrescar su audiencia girando por todo el mundo, repitiéndose sin caer en la reiteración geográfica, el trío de «Otra noche sin dormir», nombre de la gira conjunta, debe actuar forzosamente por lugares comunes, con el consiguiente agotamiento del repertorio.

Con todo, el concierto del viernes en Bilbo demostró que a la mayoría del público le siguen interesando las canciones claves de cada historia, que bien por pereza, por razón o porque así lo pide el cuerpo, sus seguidores no se implican mayoritariamente en las últimas inquietudes del artista cuando la carrera es longeva. Por otra parte, el público joven conecta más fácilmente con las bandas, letras y músicos de su edad. Así que desde este punto de vista, y dado el entusiasta comportamiento del público en Bilbo, cabe preguntarse si no será demasiado duro, para el potencial oyente, un disco nuevo de Barricada con textos sobre la Guerra Civil (lo que están preparando), sin letras y estribillos que hagan suyos y que traten temas cotidianos, que es, por lo que parece, lo que se busca y mejor se asimila.

Regresando a las gradas, una simpática, sólida y decidida Aurora Beltrán inició comunión atea con «Lujuria», un set de cinco cortes acústicos donde avanzó el tema principal de su nuevo álbum, «Clases de baile», de lo mejor de su repertorio. Primera parte cerrada con «A las lombrices» con Rosendo como invitado. «Manifiesta deprimente» fue el título que abrió el tiempo de Rosendo. Casi una veintena da canciones donde demostró lo mal que se las apaña cantando, pero lo bien que lo resuelve, dentro de un orden. Como guitarrista se luce -aunque sin salirse de sus fraseados-, pero adolece de plástica, de estética rockera, de pose con las seis cuerdas. Muy estático y previsible, incluso en sus pantalones vaqueros nuevos del Carrefour.

Las líneas siguientes de la noche se reparten entre un tiempo para Aurora, Rosendo, Alfredo y Boni, en acústico con tres temas de fácil enganche: «Pídemelo otra vez», «A la sombra de una mentira» y «Muerte ven», con Aurora muy motivada, un quinto tiempo con Barricada y Rosendo de irregular resultado por la selección de canciones, el final con Barricada, Rosendo y Aurora: «Una noche de amor», «En blanco y negro» y «Maneras de vivir» como cierre pletórico, y en el medio el set de unos inmensos Barricada con casi 25 temas, un grandes éxitos que atrapó al público de todas las edades. Emoción, sentimiento, pasión, canciones cantadas de principio a fin y todos los clásicos de veinte años en hora y media para regocijo del espíritu de Paul Stanley.

En el Polideportivo de La Casilla se reunieron alrededor de 2.000 aficionados. La mayoría, veteranos que rompieron la quietud de sus vidas desgarrándose la garganta cantando «La silla eléctrica», «No sé qué hacer contigo», «No hay tregua», explosiva, «Animal caliente»... Canciones que retransmitieron llamando por sus móviles al otro lado de su corazón.

Barricada muy dinámicos, Aurora con clase y ganas y Rosendo un poco gris. Buen sonido, luces y resultado económico muy ajustado.