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40 aniversario

Benta Haundi, cruce de caminos para la historia

Txabi Etxebarrieta lo había profetizado sólo un par de meses antes, en el manifiesto de ETA ante el Aberri Eguna: «Para nadie es un secreto que difícilmente saldremos de 1968 sin algún muerto». Su premonición se cumplió un día como hoy de hace 40 años, entre Aduna y Tolosa. En el margen de unas horas, el guardia civil José Pardines era tiroteado por ETA y el mismo Etxebarrieta caía abatido en Benta Haundi, el cruce de caminos que iba a ser también encrucijada en la historia de Euskal Herria.

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Ramón SOLA

En realidad, aquel manifiesto empezaba con una frase del jefe superior de Policía de Bilbo que dejaba claro que las dos partes, el Estado y ETA, daban por inevitable el salto hacia el enfrentamiento armado: «Hemos declarado la guerra caliente contra la ETA», anunció el mando policial. Y si en la trinchera de enfrente alguien era plenamente consciente de lo que se avecinaba, ése era Txabi Etxebarrieta (Bilbo, 1944): «Ya no basta con criticar a Franco en familia. Ya no basta decir que `se está vigilado, porque en la guerra se fue gudari'. Ya no basta con celebrar el Aberri Eguna o dar 20 duros al mes. Todos los abertzales debemos dar un paso adelante en nuestra colaboración con los que luchan por la liberación integral de Euskadi. Y si no es así, que no se autocalifiquen de abertzales; porque -digámoslo de una vez-, hoy en día sólo es abertzale aquél que hace todos los días cosas concretas por la liberación nacional».

La encrucijada se materializó entre Aduna y el cruce de caminos de Benta Haundi en Tolosa, el mismo día como hoy de hace justo cuatro décadas. Etxebarrieta había advertido de que «hemos de ver con claridad los inconvenientes de nuestra voluntad revolucionaria; si seguimos actuando habrá `caídas' (...) y miembros de la Organización irán a la cárcel porque la Policía cuenta con enormes medios para combatirnos». No era una intuición, sino una verdad constatada plenamente. El mismo Txabi Etxebarrieta sabía que era uno de los dirigentes de ETA más buscados: en la comisaría de Bilbo su foto había sido mostrada reiteradamente a los detenidos. Unos meses antes había estado a punto de caer arrestado. Y la Policía franquista había acudido varias veces a su casa.

Dos muertos en unas horas

A primera hora de la tarde del 7 de junio de 1968, Txabi Etxebarrieta, 23 años, conduce un coche por Gipuzkoa, herrialde en el que es responsable de ETA. Habitualmente prefiere el autobús o el tren, medios de transporte más seguros, pero ese día ha tomado un Seat Coupé, matriculado en Zaragoza. Circula entre Aduna y Villabona. A su lado viaja otro activista aún más joven, Iñaki Sarasketa, oiartzuarra de 19 años. Acuden a una cita con Jokin Gorostidi en Beasain, para recoger una cantidad de explosivos. Dos motoristas de la Guardia Civil les interceptan. Uno de ellos, un gallego llamado José Pardines Arcay, se agacha y constata que el número de matrícula no se corresponde con el del bastidor. Etxebarrieta y Sarasketa saben que están descubiertos. Pardines intenta sacar su arma, pero Etxebarrieta dispara primero. El guardia civil cae muerto.

Los dos jóvenes se dan a la fuga y encuentran refugio en Tolosa, en casa de un colaborador. El cerco policial se estrecha con rapidez. Los militantes de ETA debaten qué hacer, y parece que es Etxebarrieta quien toma la decisión de tratar de escapar, pero las salidas están tomadas. Pese a haber tomado otro coche, un 600, en el cruce de Olarrain, Benta Haundi, la Guardia Civil les espera y no tarda en reconocerles. Sarasketa logra huir por el campo mientras se cubre disparando, pero Etxebarrieta es rodeado y golpeado. Ya semiinconsciente, dos disparos a quemarropa acaban con su vida. También lo había predicho en aquel profético manifiesto del Aberri Eguna: «La Guardia Civil quiere aplicar a ciertos etarras detenidos la `Ley de Fugas' (...) y no nos cabe duda de que, sin que transcurran unos meses, lo hará».

Una espiral imparable

La Guardia Civil empuja el cadáver de Txabi Etxebarrieta contra un muro de granito. Son las 19.00 horas del 7 de junio de 1968. En unas pocas horas, ETA acaba de provocar su primera víctima mortal y su primer activista ha perdido la vida a manos de la Guardia Civil. Se abre una nueva fase en Euskal Herria, sin que nadie pueda prever entonces que 40 años después seguirá abierta.

El Estado y ETA percibían con claridad el enfrentamiento que venía, pero quizás no tanto la sociedad. ``La Voz de España'', por ejemplo, titula al día siguiente: «Dos crímenes en Gipuzkoa», en una nota que mezcla la muerte de Pardinas con la de una niña de 8 años en Errenteria. Sobre la muerte de Etxebarrieta se impone el silencio hasta que Sarasketa es detenido en Errezil. Luego se difunde oficialmente que «figuraba en los archivos policiales como miembro del Comité Ejecutivo de la organización terrorista ETA», la misma etiqueta que siguen usando hoy.

En Benta Haundi, ETA había dejado de ser una organización que actuaba mediante pintadas, colocando ikurriñas en cables de alta tensión o saboteando símbolos franquistas. Los funerales devinieron en una explosión de protestas: tras la misa en la iglesia de San Antón (Bilbo) hubo una batalla campal y una treintena de detenidos, en Gipuzkoa se contaron once, en Legutio estalló un artefacto de relojería, en Bilbo apareció una banderola con su retrato... Sarasketa fue condenado a muerte en Consejo de Guerra. En agosto, ETA acababa con la vida del conocido torturador Melitón Manzanos. El enfrentamiento armado se aceleraba sin parar.

ALGUNOS DE SUS ESCRITOS

« Ideología oficial de "Y" (ETA) »

«¿Por qué se desarrolla el Nacionalismo Revolucionario?

El Nacionalismo Revolucionario se desarrolla como necesidad imperiosa del Pueblo Vasco ante la opresión que surge del Imperialismo extranjero español y francés, que se traduce en las enajenaciones que este sistema imperialista trae consigo inevitablemente en la Nación Vasca: estas enajenaciones son principalmente culturales, económicas y políticas. La opresión que sufre el Pueblo Vasco lo conduce a una doble investigación; la primera, sobre la opresión lingüístico-cultural de los estados español y francés, hace tomar al Pueblo Vasco la conciencia de ser una colectividad distinta de la española y de la francesa y, por tanto, la conduce a formular una rotunda afirmación nacional de Euzkadi. La segunda investigación recae sobre la opresión económica que sufre. El Pueblo Trabajador Vasco puede adoptar, frente a esta opresión económica, una ideología de clase o bien una conciencia de clase (...).

¿Cómo se desarrolla el Nacionalismo Revolucionario? El Nacionalismo Revolucionario se desarrolla a través de una lucha popular. Las formas de lucha empleadas hasta ahora por el Pueblo Vasco corresponden a la índole burguesa con la que se ha desarrollado el nacionalismo vasco. Dada esta circunstancia, nunca pudo pretender otra cosa que una solución burguesa en lo social y reformista en lo nacional (...) El método de acción será un proceso espiral ascendente de acción-represión en los cuatro frentes que componen la lucha revolucionaria de un país oprimido (cultural, político, económico y militar) para la toma del poder vasco por la clase trabajadora vasca».

Extractos del texto aprobado en la V Asamblea (1967)

« Pueblo Trabajador Vasco »

«Desde hace unos años, se está produciendo en la juventud una toma de conciencia más amplia y profunda. Amplios sectores de la sociedad, principalmente la juventud, van descubriendo que el pueblo vasco está oprimido. Es más, se dan cuenta de que las soluciones que se ofrecen no son, en su casi totalidad, soluciones reales y efectivas para el pueblo vasco (...).

Sí. Existen dos dictaduras. Y son dos las naciones oprimidas. Porque si Euzkadi está oprimida por España y Francia, la `nación' obrera está oprimida por la nación burguesa.

De esta forma, el problema de Euzkadi queda planteado en sus dos vertientes reales. Nacional y social.

Queremos ser libres, sí. Pero integralmente libres. No nos interesa la independencia a secas. A Euzkadi no le interesa obtener unas libertades políticas que no signifiquen la libertad de su pueblo. Si necesitamos de un imperio propio, vasco, debe ser un imperio socialista. No un aparato político social al servicio de los intereses de la alta burguesía vasca (...).

A nosotros, ni monarquías, ni repúblicas, ni nada. Todos los que se levanten en España harán lo imposible para que aquí no se levante nada ni nadie (salvo, tal vez, de algunas concesiones estatutistas a la alta burguesía vasca a cambio de su silencio).

¡Estatutos! Sólo puede aceptarlos el pueblo vasco si es en función de algo posterior. Si es una etapa. De otra forma, ¡adiós Euzkadi libre!».

Zutik nº 44 (enero 1967)

« Las dificultades objetivas »

«Hemos de ver con claridad los inconvenientes de nuestra voluntad revolucionaria. Si seguimos actuando habrá `caídas' y miembros de la Organización irán a la cárcel porque la Policía cuenta con enormes medios para combatirnos. No se puede actuar sin riesgo de caída. Las organizaciones que no tienen caídas son como las que no actúan, que es tanto como decir que no existen, ya que una organización es lo que hace. Si no se hace nada, no se cae, pero tampoco se avanza; antes al contrario, se engaña la confianza del pueblo. Por eso, a todo aspirante a militante de ETA se le advierte seriamente de que puede caer, porque de hecho se ve claramente que cada vez serán más díficiles las condiciones de lucha (...).

Somos conscientes de que hombres de la talla y la honradez de Sabino Arana Bilbao, Javier Bareño Ormaechevarría, etcétera, van a seguir cayendo si seguimos actuando; van a seguir siendo acusados de delitos que no han cometido y van a seguir siendo torturados. Lo sabemos. Es el doloroso precio que debemos pagar por nuestra voluntad revolucionaria. Ahora bien, ante el ejemplo de estos hombres encarcelados, perseguidos y torturados, se vienen abajo esos `ultrarrevolucionarios' que viven comodísimamente en sus casas, en plena legalidad y con total impunidad».

Manifiesto de ETA ante el Aberri Eguna de 1968

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