La mayoría sindical vasca ha abandonado el Consejo Económico y Social (CES). La semana pasada lo hacía ELA y ayer responsables de LAB anunciaron que esta central sindical ha tomado la misma decisión por no estar dispuestos a ser «espectadores y convidados de piedra» en un organismo que consideran cobertura de la actuación de Gobierno de Lakua. A tenor del funcionamiento del mismo, cabe preguntarse qué función tiene en la práctica ese tipo de organismos cuando, amén de no tener capacidad alguna de influir en las decisiones socio-laborales, se niega la de discutir asuntos de indudable interés social en ellos, como ocurrió en la reunión que el CES celebró anteayer, con la negativa a llevar a cabo un debate sobre el Tren de Alta Velocidad. Llama la atención, así mismo, la fluida relación del Gobierno de Lakua con la patronal y la consiguiente política económica favorable a los intereses de aquélla, mientras que, bajo un discurso que supuestamente fomenta el diálogo social, pretende que los sindicatos se limiten al papel decorativo que se les asigna en el CES. Por tanto, no parece desacertado tildar de cobertura del Gobierno de Lakua dicho organismo. Con el argumento de que se cuenta con mecanismos para canalizar el diálogo social, pretenden hacer ver que las decisiones son fruto del mismo. Nada más lejos de la realidad.