Maite SOROA | msoroa@gara.net
Otro chasco para Pedro J.
Sigue la trama en esa suerte de hotel de los líos en que se ha convertido el PP. Más en concreto el de lo que ellos denominan CAV, aunque no esté claro qué queda para estas alturas de esos tres elementos que le dan nombre. Ahora resulta que cuando se iba a presentar Barrio como seguidor de San Gil, los demás le han dado una larga cambiada y han presentado a Basagoiti. Y, claro, los medios se posicionan.
Los de «Noticias de Gipuzkoa», tan jelkides ellos, están encantados. Lo explicaban ayer en su editorial: «La disparatada teoría de Mayor Oreja de que el aislamiento y satanización del nacionalismo es la única vía política en Euskadi fue secundada con entusiasmo y agresividad por sus discípulos fieles María San Gil y Carlos Iturgaiz».
Y, en consecuencia, ahora se congratulan por el alza de cotización de «Antonio Basagoiti, exponente de la reorientación». No será para tanto, digo yo. Más bien parece que ocurre como con lo de CAV, que ni es tan «exponente» ni mucho menos «reorientador».
Y para concluir nos dan la buena nueva: «El PP apunta hacia un cambio de formas y actitudes que le saque de su soledad política». Algunos ya se están reorientando solos.
Y, por el contrario, a los de «El Mundo» no les gusta nada de nada el nuevo candidato al que acusan de ser el hombre del aparato: «Parece indudable que este movimiento de la dirección nacional, respaldado por los presidentes de Alava y Guipuzcoa, ha sido una respuesta directa a la intención de Barrio de optar a la sucesión de María San Gil. El candidato oficial explicó que tiene el consenso del partido, a pesar de que algunas voces, como la del propio Carmelo Barrio o Santiago Abascal, han matizado que no forman parte de ese acuerdo». Hombre, lo de Barrio parece de cajón, ¿no les parece?
Lo que queda claro es que Pedro J. Ramírez apostaba fuerte por el edecán de María San Gil y que se le ha chafado el plan. Será por eso que concluía el editorial con una sentencia: «La candidatura de Basagoiti ha sido cocinada al margen de la militancia del PP vasco, que es quien debería tener la última palabra». ¡Pero si eligen los jefes a dedo!