Desde el punto de vista de la situación de los presos políticos, ¿qué diferencias encuentra entre Irlanda y Euskal Herria?

Lo que está ocurriendo aquí me recuerda a la situación en la que nos encontrábamos hace veinte años. La solidaridad con los presos era perseguida y se impedía el apoyo económico. Querían aislarnos y destruirnos, pero como no podían romper a los presos intentaron acabar con la estructura de solidaridad.

Qué provocó el cambio de «táctica» británico?

Las huelgas de hambre como la que supuso la muerte de Bobby Sands y otros diez compañeros provocaron un reconocimiento internacional del carácter político de los presos irlandeses. En el caso vasco también deberían darse cuenta del perfil político de los presos. Lo saben, pero quieren seguir apretando. Además, los británicos nunca pararon de hablar con el IRA. La puerta podía estar más o menos abierta, pero nunca cerrada

Existió oposición en los medios y entre la sociedad?

No, tuvimos un respaldo internacional importante en la apuesta por la resolución de personas como Clinton o Blair. Querían acabar con la lucha militar y apostaron por la situación política. El apoyo fue también total en la sociedad, que se preguntaba por qué no se realizó antes la apuesta por el diálogo y la negociación ya que se podrían haber evitado muchas muertes. ALTUNA