El arraigo social del Deportivo Alavés en Araba, comparado con el que Athletic, Real y Osasuna tienen en sus respectivos herrialdes, ha sido puesto en entredicho en numerosas ocasiones. Por historia y poso, es incuestionable que el club babazorro está por debajo del resto de equipos de las capitales de Hego Euskal Herria -la época Piterman ha sido un freno importante en la época de mayor crecimiento-, pero la fidelidad de estos incondicionales ha vuelto a quedar patente en la gran respuesta que ha tenido el llamamiento a acudir a Balaídos.

Con quince autobuses llenos, había gente para completar otros dos, pero no se pudieron fletar por la imposibilidad de conseguir más vehículos. Se calcula que serán unos 825 los aficionados que a las cinco de esta madrugada cogerán los autobuses para afrontar los 658 que separan Gasteiz de Vigo, con otros tantos en una vuelta que puede ser infernal en caso de que se consume el desastre y teniendo que incorporarse muchos de ellos casi de inmediato a sus puestos de trabajo. A estos hay que sumar los que viajarán por su cuenta -las 125 entradas sueltas que tenía el club se agotaron ayer por la mañana- con lo que hablar de más de mil albiazules en la ciudad pontevedresa no es ninguna exageración.

Aunque el número en cómputos globales no parezca demasiado espectacular, porcentualmente es enorme, no ya sólo porque supone hacer más de 1.300 kilómetros en apenas 24 horas con la permanencia en una Segunda División, que tanto se desprecia, como premio, sino porque significa que más del 15% de la gente que acude habitualmente a Mendizorrotza está dispuesta a hacer ese esfuerzo.

Teniendo en cuenta que haciendo una media de los asistentes durante la temporada da un resultado de 7.635 -a esta cifra ayudan bastante las visitas de Sporting y Real y las entradas a buen precio de las últimas jornadas- el desplazamiento a Vigo supone la mejor prueba de que, a pesar de los pesares, el alavesismo está vivo.

Para hacerse una idea, basta recordar que el día en el que el Alavés tocó su techo, la final de Dortmund, fueron unos 8.000 los aficionados que se desplazaron a la ciudad alemana, en un viaje mucho más agradecido.

No se puede decir que las fuerzas en Vigo estarán tan igualadas como en Mendizorrotza en el derbi del pasado domingo, pero con el ambiente que se vive en la localidad gallega -en el último partido en Balaídos hubo 5.300 espectadores-, con los aficionados y los propios jugadores mucho más preocupados por la ley concursal que ha solicitado el club, el apoyo de los albiazules que llenarán la Grada Río Baja puede ser primordial en momentos clave.