El «no» irlandés exige un profundo cambio en la UE, pero también otro tipo de reflexiones
Finalmente los irlandeses del sur decidieron echar atrás el Tratado de Lisboa, poniendo a la Unión Europea de nuevo en una situación insostenible tras el fracaso del anterior tratado constitucional.
El «no» de los irlandeses da una oportunidad a la UE para reconsiderar el camino tomado, como mínimo, desde Niza hasta hoy. Un camino que tiene como pilares básicos un neoliberalismo salvaje, un atlantismo sumiso, un estatalismo desbocado y una burocracia necia, todo ello acompañado de un absoluto desprecio a las normas básicas de la democracia. En todo caso, vistas las reacciones ante el referéndum en Irlanda, no parece que esa reflexión vaya a darse. Es más, todo indica que habrá un nuevo fraude.
En consecuencia, el «no» irlandés debería sobre todo generar la fuerza suficiente entre los partidos, los sindicatos y los movimientos sociales europeos de izquierda para diseñar una agenda y comenzar a construir una alternativa en parámetros diametralmente opuestos a los mencionados. Porque, todo sea dicho, a excepción del Sinn Fein y de algunos sindicatos irlandeses condicionados por la consulta, nadie en Europa ha plasmado todavía esa visión.