Referéndum en Irlarda: Reacciones
Bruselas hace oídos sordos y llama a seguir con el proceso de ratificación
GARA | BRUSELAS
La Comisión Europea y numerosos dirigentes europeos instaron ayer, nada más conocerse el resultado del referéndum irlandés, a continuar con el proceso de ratificación en el resto de estados de la UE.
«La Comisión Europea piensa que las ratificaciones que quedan por hacer tienen que seguir su curso», destacó el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, que, sin embargo, señaló que respetaba el resultado de la consulta irlandesa. «Debemos seguir para tener una imagen de conjunto de la opinión de todos los estados miembro», señaló Barroso, sin tener en cuenta que únicamente los ciudadanos irlandeses podrán expresar su opinión en las urnas.
La mayoría de los dirigentes europeos han adoptado una posición idéntica, como el presidente francés, Nicolas Sarkozy; la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro de Eslovenia, país que preside este semestre la UE, Janez Jansa; o el ministro belga de Exteriores, Karel de Gucht.
Los dirigentes europeos tendrán la ocasión de intentar buscar una solución a este nuevo fracaso de la institucionalización europea en la cumbre que celebrarán en Bruselas el 19 y 20 de junio, ya que el Tratado de Lisboa no puede entrar en vigor si no es ratificado por todos y cada uno de los estados, algo que ya no podrá producirse tras el rechazo irlandés.
El Tratado ha sido ya aprobado por 18 de los 27 estados miembros de la UE.
Con motivo de la cumbre de la semana que viene «invitaré al primer ministro irlandés a que explique las razones del rechazo al Tratado por parte del pueblo irlandés», señaló Jansa. «Vamos a analizar la situación y examinar los medios para avanzar», insistió.
Según Barroso, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, considera que pese al rechazo de la ciudadanía en el referéndum, el Tratado de Lisboa «no está muerto, sino vivo» y que los dirigentes europeos deben acordar la próxima semana «cómo continuar».
«Acabo de hablar con el primer ministro Cowen y ha destacado claramente que este voto no debe ser percibido como un voto contra la UE», añadió Barroso.
El Estado francés y Alemania, los dos estados más importantes de la UE, emitieron un comunicado conjunto en el que lamentaron la victoria del «no» en Irlanda y mostraron su esperanza en el que proceso de ratificación de Lisboa pueda seguir adelante.
«Tomamos nota de la decisión democrática de los ciudadanos irlandeses con todo el respeto que se merecen, aunque la rechacemos», indicaron París y Berlín en esta declaración.
«El primer ministro irlandés nos ha informado hoy del resultado del referéndum y nos ofrecerá su análisis de las razones de este voto en el Consejo Europeo del 19 y 20 de junio. Corresponderá al Consejo Europeo sacar las conclusiones adecuadas», añadieron.
París deberá gestionar la crisis abierta tras el rechazo irlandés, ya que asumirá la Presidencia de la UE el 1 de julio.
El portavoz del grupo socialista del Parlamento europeo, Martin Schultz, declaró a la radio pública bávara que el Gobierno irlandés era el responsable de la derrota del Tratado de Lisboa en la consulta «porque han estado durante meses discutiendo sobre supuestos problemas del jefe de su Gobierno (Bertie Ahern, acusado de corrupción) y, de repente, se dieron cuenta de que tenían un referéndum encima».
El presidente checo, Václav Klaus, fue una de las poca voces que en el concierto europeo se atrevió a decir lo que parecía evidente: «El proceso de ratificación está muerto porque no es posible continuar tras el `no' irlandés».
Los daneses rechazaron en junio de 1992 en referendo el Tratado de Maastrich, aprobado en mayo de 2003, tras lograr una cláusula de exención para el euro. En setiembre de 2000, se expresaron en contra de su entrada en la zona euro.
En junio de 2001, los irlandeses dejaron estupefacta a Europa al rechazar el Tratado de Niza. Tras lograr garantías sobre la conservación de su neutralidad, el «sí» triunfó en octubre de 2002 y abrió la vía a una nueva ampliación.
La victoria del «no» a la Constitución europea en las consultas del Estado francés, en mayo de 2005, y Holanda, en junio del mismo año, hundió a la UE en una crisis institucional de la que intenta salir con el Tratado de Lisboa, acordado en 2007.