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Laboratorio Experimental: el Oteiza público y el privado, juntos en una exposición

El Museo Oteiza inauguró ayer una exposición dedicada al Laboratorio Experimental del artista de Orio, un elemento central en su proceso creativo. El comisario, Ángel Bados, afirmó que fue «su gran invento», lo que le permitió combinar su ideario radicalmente moderno, idealista, con su subconsciente y, en definitiva, «con su lado más humano».

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Martin ANSO | ALTZUZA

El Laboratorio Experimental es prácticamente un mito para los conocedores de Oteiza. Está constituido por cerca de 2.400 piezas de pequeño tamaño, de entre 4 y 15 centímetros, realizadas entre 1950 y 1974 con materiales muy cercanos (tizas, hojalata, barro...) y sobre las que el artista de Orio ensayó los aspectos fundamentales de su obra, como la desocupación del espacio, los acumuladores de luz o las construcciones vacías.

La exposición inaugurada ayer en Altzuza incluye más de un millar de estas piezas, restauradas expresamente para la ocasión, y dispuestas de una manera bastante aproximada a como las tenía Oteiza en su propio estudio, aunque agrupadas por familias experimentales, de forma que el conjunto resulte «legible» para el público, lo que, reconoció Ángel Bados, ha requerido de «una interpretación». Una interpretación que ha tenido que «forzar» en aras de la inteligibilidad, dando por sentado que «en Jorge Oteiza hay siempre algo que se nos escapa; es lo prodigioso, el misterio, lo inexplicable».

Para el comisario de la muestra, el Laboratorio Experiemental es «el gran invento» de Oteiza, es «la manera que tiene de actuar como escultor más allá de su propio discurso». Un discurso radicalmente moderno, idealista, y que, «sorprendentemente», según subrayó Bados, Oteiza formuló ya en los años 40, a través de «Carta a los artistas de América» y «La estatuaria megalítica americana», antes de abordar lo fundamental de su obra. «Es el Oteiza que construye su propia teoría, y que tiene su idea clara y radical de la función que el arte debe cumplir; es el Oteiza público del que hemos aprendido y que hemos reconocido todos», indicó Bados. El Laboratorio Experimental es, sin embargo, «otra cosa». Frente a ese Oteiza moderno e idealista, el Laboratorio permite que aflore un Oteiza «que se deja llevar por el inconsciente, por su propios demonios, por sus filias y sus fobias».

En ese sentido, el comisario opina que el Laboratorio Experimental «sorprende» porque no es la demostración del gran idealismo de Oteiza, sino porque evidencia que actúa «por rodeos, que parece que nunca concluye», y eso le permite «acceder a lo que está más allá de la idea y del cálculo, en definitiva, a lo que está más allá de la representación».

La tensión entre ambos Oteizas quedaría reflejada en el doble título de la mayoría de sus obras. El artista trabajó en el Laboratorio Experimental aspectos que le permitieron encarar objetivos estructurales muy precisos, como la «desocupación de la estatua mediante el hiperboloide y los módulos de luz» o la «desocupación del cubo y de la esfera». Y eso suele reflejarse en el primero de los títulos de cada obra, descriptivo, «científico». El segundo título, en cambio, suele ser «más sentimental», en palabras de Bados, y, en general, da cuenta «del registro menos idealista y más humano del escultor».

Puso como ejemplo el dibujo de una manzana realizado en 1950 por Oteiza, quien, sobre el mismo papel, explica que, al morderla, se genera un vaciamiento espacial que es el que acogería la obra de arte. Sin embargo, al margen, titula la obra esbozada «Nuevo Adán cristiano». La primera explicación haría referencia al Oteiza público, a su visión moderna e idealista; la segunda, al Oteiza privado, sentimental. «El Laboratorio cruza esos dos Oteizas de manera inseparable», aseveró el comisario de la muestra.

El consejero de Cultura del Gobierno de Nafarroa, Juan Ramón Corpas, y el director del Museo Oteiza, Gregorio Díaz Ereño, destacaron, por su parte, que la exposición sobre el Laboratorio Experimental, conjuntamente con el congreso internaional que tendrá lugar en octubre, es la iniciativa más sobresaliente del programa conmemorativo del centenario del nacimiento del artista de Orio.

Prueba del interés que ha despertado fue la numerosa asistencia de artistas y críticos al acto de presentación. Entre otros muchos, ayer se dieron cita en Altzuza Xabier Morras, Pedro Salaberri, Alvaro Matxinbarrena, Patxi Biurrun, Fernando Golvano y Alex Laspiur.

1.250 piezas restauradas

La preparación de la exposición ha requerido un gran trabajo por parte del Servicio de Conservación del Museo y, a la vez, ha permitido actualizar la información sobre el conjunto. En concreto, según detalló Elena Martín, responsable última de la operación, las 2.400 piezas integradas en el Laboratorio han sido fotografiadas en detalle (cerca de 14.000 imágenes) y 1.250 de ellas han necesitado de alguna intervención.

UN ARTISTA HUMANO

El Laboratorio, además de poner de manifiesto el «rigor extraordinario» de Oteiza, desvela, según Bados, que era un artista humano, «capaz de contradecirse y capaz de `mentirnos'».

Ficha

Exposición: «Oteiza. Laboratorio Experimental».

Comisario: Ángel Bados.

Lugar: Museo Oteiza, Altzuza.

Fechas: Hasta enero de 2009.

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