La vasta redada desarrollada por el FBI contra los presuntos culpables de la crisis de las conocidas como «hipotecas basura» en Estados Unidos lleva camino de reservar algún capítulo en el libro Guinness de los récords.

Al elevado número de detenciones (se han superado ya las 400 desde marzo) se suma ahora el importante caché de dos de los últimos arrestados, antiguos gestores de fondos de Bear Stearns, uno de los gigantes financieros a los que se ha responsabilizado directamente de la debacle crediticia que estallase en verano del pasado año. Washington busca ahora una imagen de firmeza donde antes sembró relajación y permisividad, dejando que la usura campara a sus anchas por los sembrados de un sector de la población económicamente desesperado.

Acusan a la «hipoteca maligna» de ser detonante de la crisis que azota a medio mundo y mientras con una mano agitan la tea del FBI que prende la hoguera en la que arderán los «criminales», con la otra la Reserva Federal inyecta ríos de oro para que el sistema financiero resista las consecuencias de años de beneficios inconfesables.