La decisión del líder chiíta contra la ocupación Moqtada al-Sadr de boicotear las elecciones regionales de octubre y de remodelar su potente milicia responde a un plan para reforzar su influencia en espera de que llegue su momento.

Al-Sadr anunció su intención de desmilitarizar su Ejército de El Mehdi, 60.000 hombres armados, que serán movilizados en programas de atención social entre la depauperada población iraquí. Esta reforma podría conducir a la emergencia de un movimiento siguiendo el modelo del Hizbullah libanés y el Hamas palestino. Eso sí, de las cenizas de su milicia surgirá una unidad especial encargada «exclusivamente de combatir al ocupante americano».

No repetir «errores del pasado»

Paralelamente, el movimiento no participará en los comicios para no repetir «errores del pasado», en referencia a su participación en coalición hasta hace un año en el Ejecutivo colaboracionista.

Pese a recular aparentemente en los planos político y militar, el movimiento al-Sadr estará presente en los comicios a través de candidatos «independientes». International Crisis Group recuerda además que, con su boicot oficial, al-Sadr no podrá ser criticado por la gestión, al contrario que su principal rival, la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), enfangada en labores de gobierno.

Finalmente, la ofensiva ocupante contra las ciudades del sur le ahorrará el trabajo de limpiar a su milicia de elementos «indeseables».

Y mientras, al-Sadr rechaza la confrontación total y espera que EEUU comience su anunciada retirada. Espera su hora