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LA JORNADA Ángel Guerra Cabrera 2008/6/19

Che en sus 80 (II)

Los cobardes disparos que en la humilde escuelita boliviana de La Higuera segaron la vida del protagonista de una de las más grandes gestas épicas americanas hicieron nacer un símbolo, un paradigma moral y un icono que ha dado la vuelta al mundo y crecido, indetenible, en el imaginario de millones. No pasaron más que unos meses y ya eran enarbolados en la rebelión estudiantil y juvenil de honda impronta que surcó el planeta en 1968. En el propio corazón del imperio fueron banderas de memorables luchas por los derechos de los negros, contra la guerra de Vietnam y en solidaridad con los pueblos del tercer mundo. Motivaron a los combatientes vietnamitas, sandinistas, salvadoreños, palestinos, de las colonias portuguesas y a cuantos desde entonces han bregado por la libertad. Se alzan hoy en frontal desafío a la enajenación impuesta por la cultura dominante, sustentados como están en la congruencia en Che entre pensamiento y acción, que contrasta con la indigencia ética e intelectual de las clases poseedoras y quienes les sirven en los cargos públicos o con la pluma. Refuerza su expansión y certeza el acelerado y multifacético resquebrajamiento del sistema capitalista, que deja como única opción el socialismo (...).

Che, que como Mariátegui era creativo y original por antonomasia, vive hoy en las múltiples rebeldías de la Tierra y muy especialmente en las que sobre sus huellas brotan palmo a palmo en nuestra América. Con todo y que ésta ha sido una región pródiga en luchas populares, nunca se le vio levantarse como hoy contra la nuevas y viejas formas de dominación imperialista. Allí vibra Che, quien conceptuaba indispensable la ruptura de ese yugo en concierto continental para avanzar hacia la liberación nacional y el socialismo. (...)

Hijo de la revolución cubana, fue en su seno, en fraterna relación con el pueblo y Fidel, donde despuntó como gran jefe revolucionario y culminó la escultura en sí mismo «con delectación de artista» de las cualidades excepcionales de ser humano que lo acompañaron hasta el último suspiro de sus «pulmones cansados». (...)

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