«Ni tribunales ni medios han sido independientes en nuestro caso»
Éric Breteau ha escrito un libro nada más salir de prisión para dar su versión respecto a la expedición a Chad de esta ONG, en otoño de 2007, para evacuar hacia el Estado francés a 103 niños de Darfur. Defiende que esos niños procedían de un territorio en guerra y denuncia la falta de independencia de la Justicia y los medios sobre un caso que ha provocado una amplia controversia sobre la acción humanitaria.
Dante SANJURJO |
Éric Breteau reconoce que se siente decepcionado por el fracaso de la misión llevada a cabo por la ONG Arche de Zoé en Darfur, y comprende que las familias de acogida de los 103 niños a los que querían sacar de un país en guerra sientan esa misma frustración. Media docena de esas familias son vascas.
El título de su libro "Arche de Zoé, los entresijos de un asunto de estados" (Ediciones Plon) promete pero al leerlo no se comprende bien por qué las autoridades chadianas y sudanesas se volvieron contra ustedes tras haberles dejado hacer.
El libro no lo aclara todo, ya que tengo sobre mis espaldas un proceso judicial en curso, por lo que no podía revelar determinadas cuestiones. Sin embargo, he entregado a los jueces todas las informaciones de que dispongo sobre las ramificaciones del caso en Francia y, si veo que hay una voluntad de enterrar el caso, ejerceré nuevamente mi libertad con la palabra.
Hago, en todo caso, una revelación importante: en febrero pasado, cuando el primer ministro francés, François Fillon, había ya afirmado que Francia no pagaría los seis millones de euros a cuyo pago fuimos condenados en Chad, Francia entregó gratuitamente al régimen de Idriss Deby, una veintena de vehículos blindados, en un momento clave, porque el presidente chadiano se enfrentaba una ofensiva rebelde. Para Idriss Deby, amenazado por los rebeldes desde hace años, nuestro caso se convirtió en una oportunidad para negociar ciertos asuntos. Si sigue todavía en el poder, se debe en parte a Arche de Zoé.
En Francia, Nicolas Sarkozy y su ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, se vieron en apuros y hasta atrapados por las declaraciones de Rama Yade, secretaria de Estado de Derechos Humanos, que tildó de inmediato nuestra operación de «clandestina e ilegal», dando con ello una agradable sorpresa a los chadianos.
Médecins sans Frontières critica la forma en que ustedes actuaron, demasiado cerca del Gobierno y de los medios. ¿Qué les responde usted?
Puedo entender lo que dice Médecins sans Frontières (Médicos sin Fronteras) ya que, a diferencia de otras ONG que dependen de subvenciones del Estado, como Médecins du Monde (Médicos del Mundo), ellos son una ONG completamente independiente. Pero nosotros somos otras cosa, nosotros somos agitadores, y cuando vimos una oportunidad de agitar el árbol, de remover las cosas, lo hicimos, y no me arrepiento de lo que intentamos ni tampoco del modo en que lo hicimos.
Y siguen sostiendo que los 103 niños que recogieron en Chad eran de nacionalidad sudanesa. Unicef lo niega. ¿Por qué está tan seguro de la procedencia de los menores?
De entrada, porque no tengo ninguna prueba de que sean chadianos: las autoridades chadianas han rechazado practicar el test de ADN que propuso el Gobierno español y Unicef no ha aportado pruebas que corroboren su afirmación, hecha sólo 24 horas después de nuestro arresto, de que esos niños son chadianos. Prefiero, de momento, fiarme más de los contactos que teníamos allí. Cuando nos llevaron los niños al campamento Adré (en el este de Chad, en la frontera con Sudán), estábamos apoyados por seis traductores chadianos, dos de los cuales habían vivido en Sudán. Los niños fueron después acogidos por una cincuentena de cuidadoras, treinta de ellas chadianas y una veintena procedentes de Sudán. Todas estas personas, que vivían en contacto directo con los niños, han asegurado siempre que eran sudaneses. Confío en esas personas. Ciertamente, para un europeo recién llegado es más difícil establecer diferencias, ya que gentes de las mismas etnias viven a un lado y otro de la frontera. Pero los habitantes de la región sí saben distinguir. Para entendernos, si le pide usted a un africano que distinga a un vasco de la zona gobernada por España de otro de la francesa, que hablan en euskara ambos, seguramente le resultará difícil distinguirlos. Sin embargo, si le pregunta a un vasco, éste diferenciará el origen sin dudarlo un instante.
Sin embargo, incluso la misión franco-suiza que acogió a esos niños después de su arresto y el de sus compañeros en el orfanato de Abéché, afirmó también que eran chadianos...
Esa organización ha tenido que agachar la cabeza porque debe proteger ahora su orfanato. Sin embargo, cuando vino Unicef a recoger a los niños para llevarlos hacia Adré y Tiné, esa organización no pudo acompañarles en el viaje. Si afirma ahora que se fía de Unicef, le diré que en su momento se mostraba bastante más preocupada sobre el tema.
¿Tienen ustedes noticias de los niños? ¿Cómo se encuentran?
No, ninguna. Si como creemos no son chadianos las autoridades de Adré y Tiné no se van a molestar en cuidarlos. Los van a devolver en cuanto puedan. Invito a los periodistas a investigar sobre la identidad de esos niños y a averiguar lo que ha sido de ellos. Si realmente lo desean, la verdad terminará por abrirse paso. Espero que esto cambie, aunque hasta ahora me haya tocado conocer el reverso de los medios franceses: una treintena de periodistas, de todos los grandes medios, acudieron a nuestro juicio en N'Djamena, pero no contaron nada del teatro que se representó allí y que describo en este libro. Los periodistas a los que he preguntado sobre ello a mi salida de prisión me han reconocido haber recibido consignas en esa dirección. Muchos de ellos están asqueados. En Francia hay un problema con la independencia de los medios de comunicación.
En su libro critica también a la Justicia francesa.
Sí, porque carece también de independencia y en ocasiones dicta sentencias políticas. El Tribunal Correccional de Créteil no debería haber avalado en circunstancias normales nuestra condena a ocho años de prisión basándose en lo ocurrido en N'Djamena, dado que aquel proceso estuvo muy lejos de respetar las normas propias de un juicio justo. Nosotros recurrimos esa sentencia y la vista estaba fijada para el pasado 14 de abril, pero el 11 de abril la Corte de Apelación de París ordenó el cierre del caso. Se nos ha privado del recurso al estimar la Corte que nos habíamos beneficiado de un indulto del presidente chadiano. ¡ Es imposible recurrir contra tal dictamen! Y si no hay recurso, no hay posibilidad de juicio en casación, por lo que no se puede llegar al Tribunal Europeo.
¿En algún momento ha sentido que han faltado a la confianza de las familias que estaban dispuestas a acoger a esos niños, media docena de las cuales son de Euskal Herria?
Siempre que fracasamos, decepcionamos a alguien. Pero pienso que la mayoría de estas personas son conscientes de las implicaciones políticas de este caso y no nos reprochan lo que ocurrió. Nuestras relaciones con ellas son, en general, buenas. De las 262 familias de acogida sólo 14 se han querellado contra nosotros, 248 no han seguido ese camino. Además, medio centenar de familias han pedido que se les juzgue con nosotros. Siguen creyendo en el fundamento de nuestra acción, tengo contacto con algunas de estas familias. Al igual que nosotros se sienten decepcionadas del resultado, y sobretodo lamentan, como nosotros, que esos niños hayan sido devueltos a una zona de guerra.