Las crisis de la derecha, la izquierda en tiempos de crisis y las alternativas políticas reales
Se supone que el Congreso que el Partido Popular español lleva a cabo este fin de semana en València debe zanjar la crisis abierta en el seno de la derecha española desde la derrota de Rajoy el 9-M. Crisis que más bien debería situarse en el momento en el que el PP pierde el Gobierno en las elecciones generales de 2004. Pero, una vez atado el aparato, cercenada la discrepancia y eliminados o integrados los competidores, los conservadores se disponen a volver al ataque
De todos modos, en esta crisis no han existido puntos de vista ideológicos antagónicos, ni siquiera verdaderamente discrepantes, sino intereses personales divergentes y, sobre todo, percepciones distintas de cómo volver al poder. Poder que, por otro lado, la derecha heredera del franquismo nunca ha abandonado.
En el modelo de partido instaurado por José María Aznar y seguido hasta ahora por Mariano Rajoy, el suelo y el techo electoral están demasiado cerca el uno del otro. Los famosos «10 millones de españoles de verdad» no sirven de nada si el partido sigue aislado y si, además, activa el voto «progresista». Más aún cuando la debacle de IU todavía puede traer más réditos al PSOE. En la estrategia sostenida hasta ahora el éxito o el fracaso depende totalmente de cuestiones exógenas: crisis económica, corrupción, situación del resto de partidos... Es cierto, al menos en parte, que Aznar llegó así a La Moncloa en 1996, pero también es cierto que su estrategia en la primera legislatura se asimila bastante a la postura que promulga ahora su otrora delfín, Rajoy. Luego, una vez que PNV y CiU no le hicieron falta, sacó su verdadera cara. Es fácil predecir cuál es la verdadera cara de este «renovado» PP.
Así, a pesar de que el sustrato social del PP sigue copando las estructuras del Estado español, con una fuerte implantación en la judicatura, los medios de comunicación, el Ejército y, cómo no, la economía, el único partido de ultraderecha europeo con una hegemonía total en su campo ideológico, con un poder y un prestigio recuperados rápidamente como consecuencia del cierre en falso del franquismo, no puede permitirse perder perfil de partido gobernante y mantenerse alejado por más tiempo del poder ejecutivo.
«Think Gaur», borra el pasado y ahoga el futuro
A pesar de las diferencias innegables, la disputa ideológica en el PNV tiene similitudes con la de los conservadores españoles. A diferencia del PP, el PNV no ha perdido aún el limitado poder ejecutivo que el Estado le «otorga» -tal y como asume sin complejos Urkullu, y diga lo que diga Ibarretxe-. Precisamente por eso, su disputa interna se circunscribe al enfrentamiento entre quienes piensan que un cambio en el estatus del país implica cambios en el poder ejecutivo y quienes defienden que, a falta de ese cambio más estructural, es cuestión de tiempo que el partido jeltzale pierda su cuota de poder.
Por ello el posmoderno lema «Think Gaur» no parece ser un revival del carpe diem para tiempos de crisis, sino otra cortina de humo para hacer olvidar que por ese camino no existen garantías para el desarrollo de Euskal Herria como nación libre y soberana.
El PSOE no es alternativa, es alternancia
A estas alturas a nadie puede sorprender la postura del PSOE. La crisis de la derecha le ha permitido subsistir con un perfil político nulo. El PSOE no es capaz de aprovechar un momento en el que la derecha no le marca la agenda política para generar una alternativa real que, a pesar de la opinión de los barones y los aparateros, es la única opción de sacar al Estado español de la crisis política estructural que padece y promover una alternativa que aspire a algo más que a gestionar el poder ejecutivo en un océano plagado de tiburones franquistas.
La política del PSOE respecto a Euskal Herria es el ejemplo más claro de la falta de alternativa democrática en el Estado -por más que pensemos, yesterday, today and tomorrow-. El PSOE aprovecha la debacle del sistema jurídico que promulgó el PP, pero sin los costes de instaurarla y con capacidad parar llevarlo al límite.
Alternativas reales
Ante este panorama político, no son pocos los ciudadanos y ciudadanas vascas deseosas de un cambio estructural, de una alternativa real, que plantean la necesidad de no mirar tanto a lo que hacen los contrincantes y centrarse en las dinámicas y estrategias propias. Un buen ejemplo del valor de esa perspectiva es el Currículum Vasco presentado ayer en el Kursaal.
Sin embargo, la semana ha dejado un reguero de noticias que evidencian la importancia de analizar los movimientos de los opositores al cambio. Por poner un par de ejemplos: el final del juicio contra el movimiento pro amnistía ha coincidido con las vistas en el Tribunal Supremo español contra EHAK y ANV. La Academia francesa, por su lado, expuso claramente los límites de la nada. Esos hechos han demostrado que las crisis, internas o externas, no afectan a la política de negación de los estados para con Euskal Herria.
En conclusión, si bien es cierto que la alternativas reales deben centrarse en diseñar estrategias partiendo de las fuerzas propias -al margen de vetos políticos, militares o jurídicos-, también es cierto que conviene atender todos los movimientos que se dan en el tablero político.