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El debate sobre energía, más allá del petróleo

La Conferencia de la Energía que ha reunido en Jeddah, Arabía Saudí, a países productores y consumidores de petróleo junto a compañías y organizaciones mundiales del sector energético para analizar la situación mundial derivada del alza de los precios en el barril de crudo ha terminado sin un diagnóstico claro de las causas de la crisis. No obstante, de la conferencia ha salido un posicionamiento claro de cada uno de los agentes implicados, dejando en evidencia los intereses que existen detrás de cada una de esas posturas.

Sin ir más lejos, los países productores y los consumidores difieren profundamente en el diagnóstico de la situación. Mientras los primeros achacan el alza del precio del petróleo a la especulación de diversos agentes financieros -entre los que estarían, sin lugar a dudas, algunos de los presentes en la Conferencia- los estados consumidores consideran que la carestía del crudo se debe sobretodo a la descompensación entre la oferta y la demanda. Gordon Brown, erigido en vocero de los intereses occidentales, ha dejado claro que, además de forzar una mayor producción, los países consumidores deben encaminar sus esfuerzos a generar fuentes «alternativas», entre las que destaca, como no podía ser de otra manera, la energía nuclear.

Jeremy Rifkin, economista norteamericano entrevistado la semana pasada por ZAZPIKA, pronostica que «nos acercamos al ocaso de la era gobernada por el petróleo». Pero, a su vez, en esa misma entrevista advertía que en el nuevo modelo energético y económico unas élites ejercerán su dominio frente a unas masas pauperizadas. Más allá de lo acertado de sus previsiones, la reunión de Jeddah muestra por sí misma una imagen bastante cercana a ese escenario. Por ello urge diseñar y analizar alternativas -incluidas las de Rifkin, entre otras- que tanto a nivel global como local promuevan un modelo político y económico sostenible y democrático, que garantice la soberanía y el desarrollo de los diferentes pueblos y habitantes de la Tierra por encima de intereses espurios. Ése y no otro es el verdadero debate pendiente, también sobre energía.

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