Josemari Lorenzo Espinosa Universidad de Deusto
Arana por la independencia: ¡Viva Nabarra!
Los hermanos Arana descubrieron algo que todos tenían delante y nadie veía: Euskadi no es ni Francia ni España, es simplemente la patria de los vascos.Y aquella«ocurrencia» nacional, sencilla y perfecta, nos hace a todos sus deudores políticos, queramos o no
En el Txokotik del día 21 escribía Floren Aoiz que Arana en “Bizkaya por su independencia”, reprodujo «la falacia de los estados vascos independientes, unidos a Castilla por pactos libres». Lo que en realidad dice Arana, aunque en “El partido carlista y los Fueros Vasko-Nabarros” es por el contrario que «ninguno de los Estados Vaskos se unió jamás voluntariamente a Castilla ni a España». Y explica la forma de relación (no de unión) con la Corona, incluyendo «la conquista de Nabarra por la fuerza de las armas». En todo caso, no es justo tratar a Arana de falaz, cuando fue precisamente quien primero interpretó con acierto una historia nacional vasca, definió los Fueros como leyes propias y demostró la falsedad de las supuestas uniones voluntarias, hasta entonces sostenidas por los fueristas.
Es cierto que el único estado independiente vasco ha sido Nafarroa. Pero sin idealizarlo, sin ignorar sus relaciones de vasallaje y servidumbre, y sin olvidar los compromisos depredadores de reyes y señores que les llevaban a acompañar las correrías imperiales de sus colegas hispanos. Si no mencionamos que la base económica de aquella independencia no era otra que la explotación de los siervos y las coacciones extraeconómicas de los feudales contra comerciantes, menestrales y campesinos alodiales, no diremos toda la verdad. Mucho menos si no aclaramos que aquel patrimonio independiente, propiedad de reyes felones y malhechores feudales, no tenía mucho que ver con la idea de nación que hoy defendemos y que debe más, por muy bizkaitarra que fuese, a Sabino Arana que a todos los Sanchos o Gartzias.
Cuando Aoiz dice que Sabino «no supo o no quiso conectar con la historia independiente que tenía delante de sus narices», comete otra injusticia. Fue quien primero conectó, interpretó y dio cuerpo nacional a esa historia vasca que hasta entonces nadie había visto. En cualquier caso, no se sostiene que Arana quisiera pasar por alto el papel del reino de Navarra, a quien llamaba «el más poderoso de los Estados vaskos». Quizá no tenía tantos datos a su alcance como hoy tenemos, pero con lo que sabía fue suficiente para acertar en lo esencial de nuestra historia, sacarla de la servidumbre española y darle un camino nacional propio.
En cuanto a los estados vascos confederados que reclamaban los hermanos Arana como estructura territorial, también tenían su carga de idealización cayendo en la trampa del herrialdismo. Aunque lo hicieran por voluntad de respetar las decisiones y el carácter particular de cada uno. En ellos, sin embargo, lo que contaba como factor común eran la raza, la lengua, la religión, etc. Y sobre todo algo clave: las Leyes Viejas, ni otorgadas ni pactadas, que daban a aquellos estados no constituidos la última palabra. Es decir, Arana nos remitía a lo esencial del fuero: la no dependencia.
Pero tampoco debemos idealizar los Fueros. Ya conocemos la versión crítica del liberalismo sobre su utilización por las oligarquías dominantes. Sin embargo, podemos aceptar el descubrimiento de Arana rechazando su carácter de concesión y mostrándolos como Lagi Zarrak, propias de los vascos. Porque este descubrimiento da cuerpo a gran parte del independentismo histórico vasco.
En contra de lo que también dice Aoiz, los hermanos Arana descubrieron algo que todos tenían delante y nadie veía: Euskadi no es ni Francia ni España, es simplemente la patria de los vascos. Y aquella «ocurrencia» nacional, sencilla y perfecta, nos hace a todos sus deudores políticos, queramos o no. ¿Hubiera sido mejor si Arana en lugar de partir de Bizkaia y de la batalla de Arrigorriaga lo hubiera hecho de Nafarroa y de las Navas de Tolosa...? Creo que carece de importancia en el conjunto de su obra.
Arana, como sabe Floren, apoyó y estuvo personalmente en Iruñea cuando la Gamazada y la independencia que reclamaba era para todos los vascos, con independencia de su pedigrí histórico. Desde luego le faltó dar el paso (no tan importante como el que dió) de considerarnos un todo nacional y abandonar los heraldismos y sus resabios. Pero eso mismo nos falta a muchos todavía. También nos falta conocernos mejor, para evitar malentendidos y complejos infantiles.
Por supuesto, estoy de acuerdo con el último párrafo de Floren y la crítica que hace al regionalismo del actual PNV. Pero también me parece equivocado (e injusto una vez más) decir que es heredero de Arana, cuando como buenos fenicios, realmente los jelkides de hoy son seguidores de Sota y Kizkitza. Sostener que el PNV hoy es el mismo de la fundación, o de la refundación de 1921, tampoco hace justicia a quienes militando en el partido lo abandonaron diciendo lo contrario. Me refiero, entre otros muchos, a gente como Luis Arana, Kondaño, Eli Gallastegi, Etarte, Jose Etxebarrieta etc.
Para terminar me gustaría reproducir lo que, con motivo de la Gamazada, escribió Arana en “Bizkaitarra” (18-3-1894): «Viendo estamos el peligro que amenaza a los nabarros. Y nosotros sus hermanos ¿hemos de permanecer indiferentes? El gobierno español ha conseguido aislar a Nabarra y pretende sujetarla y despojarla (...) Demostremos los vizcainos que estamos de parte de Nabarra que, si unidos nos viere aquel poder, ha de desistir en su empeño (...) ¡Viva Nabarra! ¡Viva Euskaria!