Ocupación y resistencia en IRAK
Las «viudas negras» irrumpen en la lucha contra la ocupación
Los atentados suicidas a cargo de mujeres se han multiplicado en los últimos meses, lo que ha encendido las luces rojas en el mando ocupante estadounidense en Irak. En lo que va de año se han inmolado más mujeres kamikazes que en los anteriores cinco años de ocupación.
GARA | BAGDAD
Los atentados suicidas se han convertido desgraciadamente en parte del escenario diario en Irak desde su invasión en 2003.
No obstante, y en lo que va de año, son cada vez más los ataques llevados a cabo por mujeres kamikazes. El por ahora último tuvo lugar el pasado domin- go y dejó un saldo de 23 personas muertas en la ciudad de Baquba, 60 kilómetros al norte de Bagdad. El objetivo del atentado fue una patrulla de la Policía. Entre los muertos figuran al menos ocho agentes.
El fenómeno conocido como las «viudas negras» ha llegado a Irak. Debe su nombre a una especia de araña natural del continente americano (Latrodectus mactans) conocida por devorar generalmente al macho después del apareamiento.
No son agresivas y no tienen el instinto de morder. Sólo si la viuda negra es presionada contra la piel humana reacciona naturalmente mordiendo para su defensa. Su veneno es neurotóxico, lo que significa que bloquea la transmisión de impulsos nerviosos. Su mordedura puede resultar fatal.
El fenómeno de las «viudas negras» es consustancial a escenarios de ocupación. Los atentados suicidas protagonizados por mujeres tamiles sembraron hace décadas el terror en las fuerzas armadas de Sri Lanka. A comienzos del actual milenio, hubo una emergencia de ataques a cargo de mujeres kamikazes en Palestina.
El fenómeno cobró una especial relevancia en la resistencia chechena a la segunda invasión rusa en 1999. Fueron mujeres las que llevaron a cabo los atentados suicidas más espectaculares contra bases militares rusas, incluida la de Jankala, en las afueras de Grozni.
La presencia de mujeres de negro en los trágicos secuestros del teatro Dubrovka en Moscú y de la escuela de Beslán, en Osetia del Norte, las llevó a la primera plana en los medios de comunicación de todo el mundo.
Un aumento preocupante
Los ataques suicidas cometidos por mujeres en esta mitad de año han sido más numerosos que en los cinco años precedentes. Desde la invasión de Irak en 2003 hasta finales de 2007 se contabilizaron once atentados de mujeres kamikazes.
Desde enero de este año se han computado ya catorce, la mayor parte de ellos en la provincia de Diyala, de la que Baquba es la capital, y en Bagdad.
Farhana Ali, experta estadounidense, ya advirtió públicamente el pasado mes de mayo de la irrupción de este fenómeno, en el marco del seminario anual de la asociación de siquiatras de EEUU.
«Las mujeres protagonizan estos ataques como forma de protesta. En Irak, protestan por la pérdida de sus maridos, por la pérdida de su sociedad y por la pérdida de su país», advirtió esta experta, oriunda de Pakistán.
«Mientras el conflicto continúe, asistiremos a una creciente implicación de las mujeres en el terrorismo suicida», augura Ali, quien recuerda que ya advirtió de ello a la Administración Bush en 2005. «Hasta hace dos meses no hemos prestado atención al problema», lamenta.
La implicación de la mujer en la lucha por la libertad de su país y/o por la simple supervivencia es el elemento central que explica este fenómeno.
Ocultamiento y marginación
No obstante, la experta incluye otros, entre ellos la mayor facilidad para no ser detectadas. «Recuerdo lo que un oficial de los marines me dijo al volver de Fallujah: `¿Cómo vamos a estar preparados para detectar a estas mujeres si nos enseñan antes de ser destinados que ni siquiera podemos mirarlas?'».
Finalmente, Farhana Ali relaciona la emergencia de las «viudas negras» con el socavamiento total de la posición de la mujer iraquí con la ocupación.
«Las mujeres iraquíes han sido marginadas lenta pero inexorablemente. Ellas estaban en primera fila en el escenario de la sociedad con el anterior Gobierno iraquí y nosotros [los ocupantes] les hemos privado de todas las oportunidades. Las que no han huido son víctimas de violaciones, de torturas y secuestros... Son víctimas por partida doble».
El primer ministro, Nuri al-Maliki, anunció el lanzamiento de una gran ofensiva contra la provincia de Diyala. Siempre según las autoridades ocupantes, la provincia es un bastión de la sección iraquí de al-Qaeda, la red de Osama Bin Laden.
Al menos diez personas murieron en la madrugada de ayer en un ataque de morteros contra una sede oficial en al-Adhaim, 130 kilómetros al nordeste de Bagdad. Por otro lado, un soldado ocupante murió y cinco resultaron heridos al sur de Bagdad.
La condición de las mujeres en Irak se ha degradado profundamente desde la invasión estadounidense de 2003, coinciden los defensores de los derechos humanos y los informes publicados. El régimen laico de Saddam Hussein ha sido reemplazado por un sistema en el que la tradición y la religión juegan un papel central, propicio de la discriminación.
A día de hoy, las mujeres iraquíes exigen no sólo la igualdad de derechos con los hombres sino simplemente el «derecho a vivir», recuerda Shameran Marugi, directora de la ONG Comité de las Mujeres Iraquíes.
«El derecho a vivir es un eslogan que hemos comenzado a promover porque la vida de las mujeres en Irak está amenazada desde todos los lados. Las leyes no se aplican con igualdad y la sociedad desprecia a la mujer», añade.
«Antes de la invasión de 2003, una iraquí podía vivir con normalidad si se avenía -como ocurre por otra parte en todas las sociedades- a las leyes del Estado. Podía participar en actividades políticas a través de la Unión de Mujeres Iraquíes», recuerda.
Tras la caída de Bagdad en abril de 2003, y el derrocamiento del régimen baasista en el poder en Irak desde 1968, la Unión de Mujeres fue proscrita, como todas las organizaciones ligadas al Baath, un partido oficialmente laico que promulgaba el socialismo y el nacionalismo panárabe.
«Cuando el régimen cayó en 2003, todos, hombres, mujeres y niños salieron a la calle para festejarlo. Estábamos entusiasmados», reconoce Marugi, para añadir que «desgraciadamente, nuestros dirigentes han sido incapaces de controlar la situación y la sociedad no ha estado a la altura para organizar la transformación del país».
Como tantas compatriotas, Marugi constata el retorno férreo del control patriarcal de la mujer, tradicional en la inmensa mayoría de las sociedades del mundo, incluidas las árabes, y de una lectura misógina del Corán, para justificar una reducción importante de sus libertades individuales.
La nueva constitución del Irak ocupado deja en su artículo 41 en manos de la interpretación de los religiosos la decisión sobre lo que es aceptable o no en el dominio de los derechos y deberes del individuo. Esta providencia es considerada una regresión respecto al artículo 118 de la anterior y derogada Constitución que regulaba los derechos humanos.
Esta reducción de la protección legal de la mujer sirve de contexto para un aumento de la violencia contra ellas. «En sus casas, las mujeres son víctimas de la violencia de sus padres, de sus maridos, de sus hermanos e incluso de sus propios hijos», denuncia la experta.
En la calle, sufren constantes llamadas al orden y amenazas si no llevan el velo, mientras que la religión -omnipresente en el actual Irak- inspira actitudes extremistas y hace temer en una creciente islamización de una sociedad que estaba en vanguardia en la laicidad.
Tanto en el norte, Kurdistán, como en el sur, mayoritariamente chiíta, las organizaciones humanitarias denuncian la multiplicación de los llamados «crímenes de honor», eufemismo para designar a los asesinatos de mujeres acusadas de un comportamiento condenado como «inapropiado» por los hombres de la familia.
Un informe de Naciones Unidas asegura que la Policía de Basora, en el sur del país, ha contabilizado 44 casos de «crímenes de honor» en 2007.
Otro estudio de una organización estadounidense señala que el 64% de las mujeres iraquíes han sufrido ataques. Y el 76% de las mujeres encuestadas para este trabajo aseguran que las niñas de su familia no pueden ir a la escuela.
La situación de la mujer, beneficiada con una «relativa autonomía y seguridad antes de la guerra», se ha convertido en una «crisis nacional», concluye el informe.
El grupo sunita Frente de Consenso Iraquí denunció que el acuerdo que ultiman EEUU y el Gobierno colaboracionista contempla el derecho del ocupante a usar Irak como lanzadera para atacar otro país, además de 50-80 bases ocupantes.