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EL MUNDO | Henry Kamen 2008/7/15

La lengua: el desafío de la democracia española

(...) En todo el mundo, la preocupación radica en la situación de las lenguas minoritarias. Sin embargo, en España -bien conocida por ser diferente- la preocupación de muchos parece ser la lengua mayoritaria. Esto es, para expresarlo en pocas palabras, extremadamente extraño. Si estos días echamos una ojeada a los periódicos de cualquier país (yo he mirado los de India y Estados Unidos) uno no encuentra ningún manifiesto apasionado a favor de la lengua nacional dominante. (...)

Empecemos con el caso de Francia. (...) la declaración de la Academia Francesa está llena de errores. Empieza: «Desde hace más de cinco siglos, el idioma francés ha forjado Francia». Esto es tan falso que uno se sonroja ante la enormidad de la mentira. Tan tarde como 1863 -es decir, hace sólo un siglo y medio-, un informe del Gobierno galo declaraba que un cuarto de la población no hablaba francés en absoluto, y que para la mitad de todos los escolares el francés era una lengua extranjera.

(...) Aparecen ficciones sobre el papel del idioma, por ejemplo, en el reciente Manifiesto divulgado en Madrid. El documento apela a favor de una única «lengua común (...), de tanto arraigo histórico en todo el país», pero omite mencionar que el «arraigo» no es «histórico» sino bastante reciente (...) y que en los siglos de grandeza de España, durante los 300 años que van de 1500 a 1800, cerca de un cuarto de la población de España nunca empleaba el castellano como lengua propia.

(....) La política del bilingüismo regional, resumiendo, no funciona en ningún país. Merece la pena observar que la Unesco este año ha incluido el euskara entre las lenguas europeas amenazadas de extinción. Los expertos internacionales sugieren que sólo la discriminación positiva a favor de una lengua minoritaria puede ayudarle a sobrevivir. La actitud de protección y tolerancia que adoptó la Constitución de 1978 es a todas luces inadecuada.

(...) Por supuesto, hay muchos que piensan que las lenguas minoritarias se deberían eliminar. (...) Es interesante que el signatario más destacado del Manifiesto, Mario Vargas Llosa (...). Hace algunos años sugirió que los indígenas de Perú deberían «renunciar a su cultura, a su lengua, a sus creencias, a sus tradiciones y usos, y adoptar la de sus viejos amos», los españoles. La explicación que dio por esta radical proposición fue que «el ideal de la preservación de las culturas primitivas de América es una utopía incompatible con otra meta más urgente: el establecimiento de sociedades modernas». No es sorprendente que el nombre de Vargas Llosa encabece el Manifiesto.

En suma, una de las grandes equivocaciones de la democracia española fue no solucionar el tema del idioma desde el principio. El problema todavía sigue, pero no se puede resolver proclamando que el idioma mayoritario es la única posible «lengua común». (...)

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