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CRÓNICA | El PKK secuestra a alemanes en el monte Ararat

La cuestión kurda ensombrece el regreso de Alemania a Oriente Medio

El guerrillero ha de moverse en terreno enemigo como pez en el agua» enseñaba Mao Ze Dong a sus combatientes. Para cualquier organización kurda que lucha por la libertad de su patria, Alemania es una gigantesca pecera: los 500.000 kurdos que viven en este país o desaparecen entre los 2,5 millones de «ciudadanos turcos», porque Berlín reconoce sólo esta nacionalidad.

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Ingo NIEBEL

Con el secuestro de tres alpinistas alemanes en el monte Ararat, el interés de los medios y de la Policía se vuelve a centrar en los kurdos residentes en Alemania. La canciller, Angela Merkel (CDU), ha exigido su puesta en libertad y ha rechazado negociar con la guerrilla. Se ha filtrado que entre los agentes de la Policía Judicial Federal (BKA), que investigan el caso in situ, se hallan expertos «antiterroristas», en concreto policías de élite del GSG9 y soldados del KSK.

El Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) ha asumido la autoría del secuestro. «El PKK está dispuesto a liberar a los tres turistas alemanes bajo la condición de que Turquía cese en sus ataques militares en la zona donde fueron arrestados», señaló la portavoz guerrillera Sozdar Avesta en las montañas de Kandil, situadas Kurdistán Sur.

El monte Ararat se halla en la zona fronteriza de los estados turco, armenio e iraní. «La región es una zona de guerra. Exigimos una tregua para poder ponerlos en libertad», añadió.

Esta versión fue confirmada por la agencia Firat, cercana a la causa kurda, que añadió que los tres alemanes están bien.

Cruz Roja Internacional debería supervisar la entrega porque el Ejército turco ha acordonado la región donde 13 turistas alemanes fueron sorprendidos por un puñado de hombres armados en su campamento base. Según cuentan los diez alpinistas, ya en Alemania, los guerrilleros les dejaron elegir quiénes se quedarían con ellos.

Represión en Alemania

El Ministerio de Exteriores de Berlín no había avisado de ningún riesgo en la región. Después de lo sucedido publicó una alerta respecto a los viajes al monte Ararat. La prensa alemana señala no obstante que la BKA estaba avisada de que el PKK podría actuar contra Alemania. En mayo de este año fue llevado a la Audiencia Territorial de Düsseldorf un ciudadano kurdo acusado de haber sido un dirigente regional del ilegalizado partido en Renania. Otro supuesto «alto cargo» fue detenido a finales de marzo. Recientemente el ministro federal de Interior, Wolfgang Schäuble, cerró la productora VIKO Fernseh Produktion GmbH de Wuppertal, por realizar emisiones para la televisón Roj TV, situada en Dinamarca. El jefe de la Policía alemana prohibió también que este medio amplíe sus actividades a Alemania.

El PKK, declarado «terrorista» desde 2001, fue ilegalizado por el Estado alemán en 1993. Desde entonces está prohibido mostrar las insignias de la organización. No obstante, parece que la resistencia kurda y el Estado germano habían encontrado algún modo de convivir: no hay asaltos a los consulados turcos, ni tampoco cortes de autopistas ni acciones más espectaculares, como cuando en el pasado manifestantes se quemaban a lo bonzo para protestar por la represión turca. Además, han disminuido los choques con los grupos de derecha panturcos.

Las fuerzas de seguridad y sus medios afines aseguran que en este clima de tranquilidad el PKK sigue recaudando fondos en Alemania para enviar personas y material a la zona de combate. Lo que Berlín quiere ocultar, centrando la atención en el PKK, es que sus servicios secretos permiten que aquellas organizaciones kurdas que luchan por la libertad de su pueblo en Irak e Irán puede operar de la misma manera sin tener que temer algún tipo de persecución.

Doble rasero

Este doble rasero es parte de la política exterior alemana en el Oriente Próximo y Medio. Debido a la debilidad económica, militar y política de EEUU el Ejecutivo de Merkel intenta ganar terreno perdido después de no haber participado en la guerra de agresión contra Irak en 2003. Su ministro de Hacienda, Michael Glos, acaba de realizar un secreto viaje relámpago a Bagdad para que la Industria germana pueda sumar beneficios con la reconstrucción del país devastado. Es el primer ministro alemán que aterriza en la capital iraquí desde 1987.

Todo ello coincide con la mediación alemana para el exitoso intercambio de presos libaneses por los restos mortales de soldados israelíes. En un primer momento se anunció que el canje estaba previsto en el aeropuerto militar de Colonia.

En esta operación ha intervenido el servicio secreto exterior de Berlín, el BND, como intermediario entre el Gobierno de Israel y el movimiento Hizbulah, cuya resistencia armada hizo fracasar la invasión sionista de Líbano en 2006.

En este contexto, el secuestro de los tres alemanes hace recordar que a consecuencia de su política exterior, que incluye operaciones de combate en Afganistán, Berlín puede encontrarse pronto en situaciones aún peores.

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