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Dinero electrónico, ¿estamos ante la forma de pago del futuro?

¿Qué es eso del dinero electrónico?, ¿cómo funciona?, ¿qué ventajas ofrece? Todas esas preguntas, y otras más, que nos hacemos, muestran el desconocimiento ante una forma de pago alternativa que, aunque lentamente, va en aumento a nivel europeo.

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Ruben PASCUAL

Hoy en día, vivimos en una sociedad tecnológica que ha modificado al completo nuestros hábitos. Correo electrónico, teléfono móvil, internet... Todos ellos son conceptos que todos tenemos totalmente interiorizados y que, cada día en mayor medida, forman parte de nuestras vidas. Sin embargo, todavía nos cuesta concebir que algo tan cotidiano como las formas de pago o el dinero mismo cambie. Por eso, hay mucha gente que se muestra reacia ante la aparición del dinero electrónico.

Desde el punto de vista tecnológico, el dinero electrónico (DE) consiste, por un lado, en una tarjeta de plástico, con un chip que contiene el saldo que el usuario ha abonado anteriormente. Esta tarjeta está pensada para la realización de compras de reducido importe y contiene elementos de seguridad basados en hardware. Por otro lado, existe otro tipo que, almacenado en un ordenador (software), permite realizar pagos mediante transferencias electrónicas mediante redes de telecomunicación.

La novedad que supondría un cambio de este calibre, ha llevado a las autoridades financieras a regular su creación y desarrollo. En este sentido, el Parlamento y Consejo europeos aprobaron, hace unos años, sendas directivas relativas al dinero electrónico con el fin marcar los primeros trazos sobre el papel de las entidades de crédito y su actividad. Una de las directivas definía el DE como «un sustitutivo electrónico de las monedas y billetes de banco, almacenado en un soporte electrónico [...] y que, en general, está pensado para pagos de cuantía limitada».

El modo de operar con el dinero electrónico es relativamente sencillo. Las personas que deseen utilizarlo deberán dirigirse a una entidad con capacidad de emitir este dinero (entidad de depósito o de dinero electrónico). Tras abonar una cantidad en efectivo o mediante cargo en una cuenta bancaria, la entidad almacenará la cantidad en una tarjeta con la que el usuario podrá ir efectuando pagos en establecimientos que cuenten con los medios necesarios para leer la tarjeta, determinar el saldo y descargar el saldo correspondiente. Una vez agotado el saldo, el usuario deberá recargar la tarjeta. El establecimiento, por su parte, liquidará los importes recibidos con la entidad emisora o los compensará a través de alguna institución financiera especializada.

En lo referente al presente que vive el dinero electrónico, es verdad que el volumen de dinero de este tipo en circulación va en aumento año tras año. Los datos oficiales reflejan el crecimiento que se está produciendo. Sin embargo, todavía le queda mucho camino por andar para que cale en el conjunto de la sociedad.

El primer paso es «convencer» a los posibles usuarios de las ventajas que aportaría este nuevo modelo de pago, ya que, el desconocimiento actual hace pensar a los usuarios que no aporta servicios adicionales.

inversión alta

Es verdad que la implantación requiere una inversión inicial bastante alta. Pero el Banco Central Europeo debería informar sobre las ventajas del nuevo modelo. Por ejemplo, el mayor grado de seguridad que ofrece ante el dinero tradicional, debido a la criptografía electrónica; además hay que nombrar su amplia utilización, enfrentándose a otros medios de pago electrónico, como pueden ser los abonos para los transportes, que tienen unas posibilidades de uso muy limitadas. Mirando a una futura implantación, los teléfonos móviles se perfilan como la gran alternativa, porque se convertirían en la herramienta que cambiaría los posibles prejuicios de los usuarios ante el DE. Además de que abren un amplio horizonte de posibilidades, hay que remarcar que el nivel de aceptación de la telefonía móvil ayudará al éxito de aplicaciones tecnológicas relacionadas. Si se sabe aprovechar ese campo, el DE tiene grandes probabilidades de desarrollo.

El volumen de circulación de dinero electrónico crece a ritmo considerable

Según datos del Banco Central Europeo, el volumen de circulación de dinero electrónico dentro de la eurozona es reducido, pero crece año tras año, y a un ritmo considerable.

El volumen de dinero electrónico alcanzó su máximo en el año 2006 cuando se circulaban 731 millones de euros.

Pese a las grandes variaciones, el año pasado, se mantuvo en torno a los 600 millones de euros. Estas cifras se refieren al dinero que se mueve a través de tarjetas (hardware).

En cuanto al dinero empleado a través de soportes informáticos (software), es una cantidad ínfima que apenas llega al 2%, aunque su auge es constante.

Para hacernos una idea del volumen de dinero que circula en metálico, sólo en el Estado Español, ascendió a los 79.477 millones de euros, en mayo de 2008, según el Banco de España.

Ruben PASCUAL

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