Tras la muy extendida fama del «milhojas Adarraga» se encontraba una persona que dedicó gran parte de su vida a extender su amplia capacidad solidaria de forma más bien anónima.

La figura del pastelero Antton Adarraga, fallecido el jueves tras pelear duramente contra la enfermedad, seguirá paseando por las calles de Hernani durante mucho tiempo. Será difícil para muchas de sus vecinas y vecinos echar una mirada al establecimiento de la calle Juan de Urbieta y no ver allí su presencia física.

Tampoco se borrará su recuerdo entre quienes, de una u otra manera recibieron el apoyo de Adarraga en tantos y tantos actos o iniciativas en favor de los derechos de Euskal Herria.

Ante los ataques sufridos por nuestro país en los últimos años, él fue siempre uno de los primeros en poner voluntad y medios para hacerles frente. Paradójicamente, ni su nombre ni su imagen ocuparon nunca una primera página -a no ser por su labor profesional-, pero pocos habrán merecido ese espacio tan preciado.

Hace ahora diez años, desde su local en Plaza Berri se elaboraban día a día los números de «Euskadi Información» tras el cierre salvaje de «Egin»; desde su local en La Florida salían impresos aquellos periódicos para combatir a quienes creían que podían imponer la mordaza a la libertad de expresión en Euskal Herria. Y lo mismo sucedió cuando, cinco años después, otra operación político-policial quebraba la trayectoria de «Egunkaria».

En todo momento su trabajo fue muy discreto pero, sin duda, al igual que miles de paladares recordarán para siempre el sabor de su chocolate o de su milhojas, serán miles y miles las personas que, aun sin haberle conocido, le rendirán el dulce homenaje que merece su dedicación incansable a la construcción nacional.