Belleza proletaria
«Arroz amargo»
Se han cumplido sesenta años del rodaje de «Arroz amargo», que tuvo lugar en la temporada de recolección del arroz, entre los meses de marzo y abril de 1948, en las tierras anegadas del bajo Po. La filmación fue únicamente interrumpida para asistir a una manifestación de protesta contra el atentado a un líder del PCI. Eran los duros tiempos de la posguerra, en plena eclosión del cine neorrealista, muy bien captado en esencia por Giuseppe de Santis, con la ayuda de Carlo Lizzani en el guión, y eso que se trataba de su segundo largometraje. Supo mezclar el documental proletario con el melodrama y la intriga delictiva, todo ello con tal de plasmar un mundo de supervivientes.
Sucedía que una pareja de ladrones se escondía entre un grupo de jornaleros, con lo que se establecía una amalgama de la realidad urbana y rural del momento. De hecho, Silvana Mangano hacía de joven temporera rebelada contra su destino, o al menos así parecía cuando bailaba de modo provocativo el boggie-boogie, anticipando futuras conmociones generacionales. Silvana Mangano debía tener entonces unos 18 años y armó un revuelo impresionante, por su natural sensualidad. Fue como un duro golpe a los modelos pretendidamente eróticos de Hollywood, ya que no necesitaba de exhibicionismo alguno para mortificar a los censores.
El franquismo impuso una serie de cortes a la película, llegando a retirarla en vista de que la mera presencia de la actriz en ciernes conseguía excitar al público masculino, dado que el trabajo de la mujer era contemplado como algo insinuante desde la óptica machista imperante en aquella época. No fue estrenada en condiciones hasta la década de los 70, dentro de los circuitos de arte y ensayo en versión original. Poco importaba el tiempo transcurrido, porque la Mangano seguía siendo una de las maggioratas del cine italiano, una belleza salvaje capaz de poner un color subjetivo a la fotografía en blanco y negro.