Tras recorrer 137.000 kilómetros y verse varias veces envuelta en problemas, la llama olímpica llega por fin a la capital de China. A las 14:08 en Euskal Herria comenzará hoy la ceremonia de apertura de los Juegos de Beijing 2008, dando así comienzo a este anhelado evento que no sólo es deportivo. 70.000 personas entre invitados, personalidades, atletas y actores que participarán en el espectáculo y 90.000 personas entre espectadores, personal de la organización y voluntarios llenarán el nuevo Estadio Olímpico en una inauguración que durará cerca de tres horas y media. Desde entonces hasta el 24 de este mismo mes una participación récord de 11.128 atletas que representarán a 205 nacionalidades serán los protagonistas de un evento que contará con un total de 302 finales.

Durante la ceremonia se espera una temperatura de aproximadamente 30ºC y aunque se prevé que llueva durante el día, la Administración Meteorológica de China cree que cesará antes del inicio de la celebración. A pesar de que un año antes ya se realizaban experimentos para evitar la hipotética lluvia mediante el agotamiento de las nubes a base de cañonazos de yoduro de plata, se espera no tomar ninguna medida al respecto. Éste es sólo un pequeño ejemplo de todos los esfuerzos realizados por el Gobierno chino con el fín de que los suyos sean unos «Juegos perfectos».

Y es que con el propósito de ofrecer en Occidente una imagen de potencia mundial cívica y desarrollada, el Gobierno del gigante asiático ha adoptado medidas que afectan a todos los ámbitos como nunca anteriormente se había hecho, cuidando minuciosamente todo tipo de detalles y realizando inversiones realmente estratosféricas.

Como ejemplo de lo detallada que ha sido la organización, no es casualidad que la ceremonia de apertura sea el 08-08-2008 a las 20.08 horas de Beijing, ya que en países orientales como China, Japón y Corea el ocho sirve como número de la suerte.

Cuatro años de transformación

Según el presidente chino Hu Jintao, el suyo es «un país en desarrollo que mantiene un proceso de modernización a base de reforma y apertura». Tal y como añadió después, el Gobierno y el pueblo chino «harán todo lo posible» por demostrar al mundo su «deseo sincero de compartir las ventajas del desarrollo».

Con este propósito, los mandatarios han sometido a los habitantes de Beijing y las seis ciudades coorganizadoras (Shangai, Tianjin, Shenyang, Qinhuangdao, Hong Kong y Qingdao) a una profunda reeducación con tal de adaptarse a los visitantes que se acercarán a las Olimpiadas. Por ejemplo, durante los últimos años se han repartido folletos en más de 4,3 millones de hogares de la capital y se han impartido clases cívicas a 5 millones de personas para que aprendan nociones como la de no escupir en la calle, formar colas a las puertas de autobuses y metros en lugar de empujar, no estrechar la mano durante más de tres segundos, vestir adecuadamente, cuidar la longitud de las faldas, no descalzarse en los trenes y poner los pies en el asiento del compañero o no preguntar a los turistas sobre temas como su edad, su salario ni sobre su situación matrimonial durante las conversaciones. Además, los cerca de 100.000 taxistas que cubren la ciudad han asistido obligatoriamente a clases de inglés para atender a los turistas y durante los Juegos están deberán vestir uniforme.

Con todo esto se espera que gracias a los 20.000 millones de dólares invertidos en publicidad se acerquen a Beijing alrededor de 400.000 turistas procedentes de todo el mundo, llegados mayoritariamente entre las 260.000 personas que se espera que acudan cada día en los 1.500 vuelos que aterrizarán en el aeropuerto de la ciudad, que cuenta con una nueva terminal obra del célebre arquitecto británico Norman Foster.

Pero no es ésta la única inversión efectuada en cuanto a infraestructuras, ya que también se han construido tres nuevas líneas de metro, se han creado la infraestructura energética e hídrica y se han adoptado medidas para disminuir la espesa bruma que ya es típica en Beijing y mejorar de alguna manera el medio ambiente. Para ello, el Ejército plantó más de 500.000 árboles en Mongolia interior y actualmente, aparte de que se hayan inmovilizado 1,5 millones de coches durante los Juegos, se estudia detener la actividad de 105 fábricas.

Esto, junto con las inversiones realizadas en la construcción de diecinueve nuevas instalaciones olímpicas (de las que ocho son temporales), la renovación de otros once centros y los gastos operativos completan el capítulo de gastos derivados por la organización de los Juegos, que según los analistas asciende a los 40.000 millones de dólares, frente a los 14.000 millones que se invirtieron en Atenas en sus JJOO de 2004. Pese a todo, el portavoz de la organización de las Olimpiadas de Beijing aseguró que no han costado más de 4.000 millones, por lo que los verdaderos números se conocerán cuando finalice el evento.

Por otro lado, dentro la campaña «Juega seguro, ayuda a frenar el sida» se repartirán 100.000 preservativos entre atletas, voluntarios y personal y se han formado 6.000 voluntarios de los 40.000 que recibieron folletos informativos. Hay que decir que los Juegos contarán con un total de 74.615 voluntarios y serán un millon y medio de personas las que estarán a cargo de la seguridad durante todo el evento.

Como en estado de alarma

Uno de los asuntos más destacables de Beijing´08 es el depliegue policial, ya que se prevé que patrullen cerca de 110.000 policias y soldados para reforzar la seguridad. Se utilizarán 78 aviones caza, 43 buques de la Armada, morteros, radares e instalaciones contra ataques químicos. Hasta en el Parque Olímpico se han instalado baterías de misiles para impedir un supuesto ataque aéreo y se han colocado escáneres en el metro de la ciudad para evitar que nadie lleve algún tipo de explosivo.

La razón principal de tal despliegue es el miedo a atentados a manos de los grupos separatistas de la región de Xianjiang, en la que la mayoría de la población es musulmana de la etnia uigur. Se le ha atribuido entre otros el del lunes pasado.

Aparte de garantizar la paz y el orden durante los Juegos, el Gobierno del gigante asiático pretende impedir que los disidentes y defensores de los derechos humanos se manifiesten como por ejemplo a favor de los derechos del Tíbet o en favor de los derechos humanos que no son respetados por la autoridad china. Así pues, desde Amnistía Internacional se denunció que junto a «las tradicionales violaciones» de los mismos «miles de personas han sido desalojadas a la fuerza» y «la censura ha incrementado» encarcelando a los que protestan.