El movimiento «Slow Food» prepara un huerto ecológico para escolares en Gasteiz
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El movimiento Slow Food (comida lenta, en inglés) se ha propuesto educar los paladares desde la infancia mediante la implantación de huertos ecológicos en los colegios, después de comprobar que hay niñas y niños que huelen una manzana e identifican su olor con el champú, en lugar de con la fruta.
En una entrevista divulgada por la agencia Efe, el presidente de la Asociación Slow Food en Araba, Alberto López de Ipiña, echa en falta iniciativas educativas en los colegios tendentes a crear hábitos alimentarios sanos y responsables en la sociedad. A su juicio, enseñar a los niños a comer verduras puede ser más fácil si son ellos quienes planta sus propios tomates y los ven crecer: «Cuando el tomate crece y madura, entonces, la alegría es tremenda», comenta, para añadir que de esta forma comerlo en la mesa resulta algo natural y casi una fiesta.
El trabajo educativo puede ser eficaz incluso con los estómagos acostumbrados a la comida rápida. López de Ipiña considera que «todos los paladares son recuperables». «Lo que hacen falta -advierte- son iniciativas educativas en los colegios». En Euskal Herria ya se han puesto en marcha algunas experiencias para acercar a niñas y niños a los productos de la huerta; en Araba, los alumnos del Colegio Ibaiondo, en Gasteiz, van a ser los siguientes en tener como asignatura un huerto ecológico.
La citada asociación alavesa y la Fundación Zadorra, dedicada a fomentar la agro-ecología, han llegado a un acuerdo con los responsables de ese centro escolar para poner en marcha una iniciativa piloto en octubre.
En cuanto a los adultos, De Ipiña opina que en Euskal Herria existe una cultura gastronómica bastante importante, ligada a las tradiciones, pero «falta una iniciativa más responsable a la hora de comprar».