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Crónica | De Begoña al Arriaga

Aste Nagusia hasi da eta festa izango da bederatzi egunez eta zortzi gauez Bilbon

Dicen que treinta años no es nada. Lo dicen quienes no han vivido estas tres décadas de Aste Nagusia. quienes no sienten correr el aire bajo sus pies cuando Mari Jaia aparece y suena su «Bilbora etorri da...». ayer lo hizo y la fiesta más popular ya está en la calle.

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Joseba VIVANCO

«Hau ez da Bilbau. Ongi etorri», reza una pancarta en el paseo que conduce a la basílica de Begoña. Restan aún muchos minutos para las cinco de la tarde y ya se dejan ver en los aledaños camisetas de múltiples y variados colores. Dicen que el coste de la vida ha subido: es verdad, diez céntimos en un año... la subida en taxi desde Biribila Plaza al punto de encuentro de las konparsas bilbainas. Cuatro euros y ochenta céntimos. Eso es empezar la fiesta `palmando' dinero. La mayoría de konparseros suben a pie. Arriba, en lo alto, aún resacosa la amatxu de la fiesta del día anterior, aguarda la primera prueba de esta olimpiada festiva que es Aste Nagusia: la bajada al Arriaga.

Este año la fiesta bilbaina cumple tres décadas y algunos de sus últimos pregoneros se dejan ver por allí: Kepa Junkera, Juanjo San Sebastián o Julio Ibarra. Ellos iban a ser algunos de los protagonistas de los 29 cohetes -el trigésimo sería el del chupinazo- que luego se iban a lanzar, uno por cada año. Bilboko Konpartsak había anunciado alguna sorpresa y en cuanto las campanas marcan las cinco de la tarde, la voz del `alcalde' se deja escuchar por la megafonía. «El Bilbao del siglo XXI no puede seguir manteniendo las txosnas de mierda que tenéis. Lo que hay que montar son casetas de colores, gente guapa que baile, recitales, cosas de cultura... no tenéis ni puta idea».

Las `txosnas', en pañales, le replican y replican y le lanzan pompas de jabón. «¿Cuántas veces os he dicho que no quiero espuma en la Aste Nagusia?», espeta el doble de Azkuna. «¿No sabéis que es muy peligroso? No tenéis ni idea lo peligrosas que son ciertas actividades de las konparsas para el pueblo de Bilbao». A lo que un `txosnero' responde: «¿Y las goitiberas?». Ésas, «ésas son del siglo pasado», le ataja `Azkuna'. «No tenéis visión de futuro, ni ostias», espeta. «Hay que hacer algo grande que traiga dinero».

Y tras la parodia y la propuesta del `alcalde' de celebrar estos treinta años con la novedad de la lectura de ``La tía Tula'' de Unamuno -sí, el mismo que tiene una parada de metro para él solo-, se da paso a la lectura, este vez sí en serio, de las konparsas, recordando estas treinta velas. Marga, de Txomin Barullo, agradece a quienes arrimaron el hombro en todo este tiempo «para mantener viva una llama que arde en cada rincón de la villa, en cada txosna». No falta el recuerdo a la veterana de la chaqueta roja y falda de tubo, Ameli, a la «guapa» Mari Jaia y la invitación a «volver a trabajar para divertirnos y divertinos trabajando».

Y con un internacionalista «welcome Bilbao», se da paso a la bajada hasta el Arriaga, con Txomin Barullo encabezando el desfile de las 28 konparsas, al ritmo inicial de la música de los dulzaineros que bien podría cambiarse esta vez por el «Bilbao se quema, se quema Bilbao...». Por detrás, Bizizaleak con sus turutas y su guitarra, los Moskotarrak con su barril de cerveza, las `sevillanas' de Pinpilimpauxa, las veteranas banderas amarillas de Satorrak, los de Uribarri y sus «treinta años de kozidas», las de Mamiki y sus enseñas contra las agresiones sexistas, el carro de la compra tuneado de los jóvenes de Lehoiak, los de Kaixo y su particular batukada, los carteles con las caras de los presos vascos de Txori Barrote, las banderas internacionalistas de Askapeña, el motocarro de Pa...Ya y así hasta le llegada sobre las seis y cuarto al Arriaga.

Allí, las konparsas ocupan el centro de la plaza. Lo hacen poco a poco, como poco a poco comienza a calderase el ambiente allá abajo. Suena la batukada, un poco de capoeira, globos gigantes para matar el rato, las botellas de champán barato y sidra de a un euro que se impacientan, la harina que no puede faltar, enormes pancartas a favor de los presos políticos vascos, del movimiento okupa, decenas de ikurriñas, gritos de «alcohol, alcohol, alcohol...», de «Athletic, Athletic...». Huele a fiesta... surgen el pregonero y la chupinera. Estalla la plaza. El añiño del pregón de Aitor Elizegi -de medalla de oro- la pone al pil-pil. Surge Marijaia. Se doblega. Suena su himno. Se derrumba a sus pies. Nihao Aste Nagusia.

 

BAJADA

La batukada y la capoeira fueron la animación de la bajada desde Begoña al Arriaga, pero en este segundo año de esta iniciativa se sigue echando en falta una mayor animación por parte de las konparsas, más allá de un desfile cerveza en mano.

PREGÓN

Si alguien rivalizó en vítores con Mari Jaia ése fue Aitor Elizegi, con un pregón muy bien cocinado, con sus dosis picantes y muy aplaudido, como en sus reseñas a una camiseta «a poder ser sin publicidad» y un recuerdo «a quienes no van a poder estar».

EL «OTRO» ALCALDE

Fue una de las notas agradables y simpáticas, a la vez que subversivas, de la bajada y el chupinazo. El «doble» de Azkuna se paseó y saludó por las calles y desde la balconada del Arriaga, demostrando que otro talante es posible.

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