Manu Errazkin Voluntario en las inundaciones del 83
Que conste en acta
Estos días atrás, a través de los medios de comunicación, hemos revivido la catástrofe que supusieron las inundaciones de agosto del 83. Incluso ha habido homenajes a voluntarios que participaron en las tareas de limpieza en aquella ocasión.
Pero hay un hecho que ha pasado por alto y no ha sido mencionado en ningún momento; es más, creo que ha sido deliberadamente silenciado. Me refiero a la actitud que demostró la izquierda abertzale. Supo estar a la altura de las circunstancias siendo el único movimiento político que como tal fue capaz de organizar una marea de solidaridad humana y práctica imprescindible en aquella situación. A través de Herri Batasuna y de LAB se organizaron cientos de voluntarias y voluntarios que fueron a las zonas más castigadas a pelear con el barro y ayudar a las muchas y muchos afectados. En concreto, recuerdo que desde Donostia, junto con un camión lleno de material de limpieza (carretillas, palas...) conseguido a través del Ayuntamiento, salimos en autobuses hacia Bilbo, donde nos repartieron por diferentes zonas, tocándonos a nosotros la zona de Etxebarri. Desde la mañana quitando barro, comer bocadillo y dormir en el pabellón de La Casilla.
La izquierda abertzale puso en evidencia que la solidaridad no es palabra hueca o algo «políticamente correcto»; al contrario, demostró cómo se lleva a la práctica y que ésta forma parte de su propia indiosincrasia.
Entonces muchos políticos se vieron obligados a reconocer e incluso a agradecer la actitud y el trabajo llevado a cabo por las y los militantes y simpatizantes de HB y de LAB, pero hoy día, quieren olvidar aquello porque no les cuadra en sus argumentos de ilegalizar todo lo relativo a la izquierda abertzale.
Por eso hay que recordar todo esto, porque así fue y porque así somos, ¡qué carajo!, aunque a los que nos odian no les guste. Cuando menos, que conste en acta.