Transcurridos más de 25 años desde la formación de Metallica en Los Ángeles, el cuarteto continúa liderando todos los festivales a los que acude. Fenómeno mediático y popular de difícil comprensión, en especial si se tiene en cuenta que desde 1996 no han grabado nada del impacto y envergadura conseguido con «Kill `em all» (1983), «Ride the lightning» (1984), «Master of puppets» (1986), «...And justice for all» (1988) y «Metallica» (1991). De hecho, «Load», «Reload», «S&M» y «St. Anger» son álbumes que rozan la simpleza, el aburrimiento y la reiteración más burda.

Sin embargo, la historia ha demostrado con terquedad que si consigues unos cuantos álbumes clásicos (tan sólo al alcance de unos pocos grupos), puedes vivir a su sombra con relativa facilidad. De hecho, la llegada de «Death magnetic» -ya avanzamos que es un notable álbum-, no cambiará en nada el destino de Metallica, escrito en sus primeros diez años.

Hetfield/Ulrich

Tras la edición de «St. Anger» en 2003, Metallica tenían fácil superarlo. Con todo, han debido de pasar cinco años para que Hetfield y Ulrich hayan dado el visto bueno a un nuevo álbum. Se sabe que las relaciones entre los dos miembros fundadores son malas desde hace muchos años y que para soportarse James Hetfield ha necesitado la ayuda de un sicólogo, Phil Towle, quien le enseñó a admitir que los problemas son parte de la creatividad y la convivencia y que, en todo caso, lo que se debe hacer es manejar las situaciones de forma analítica y no por la vía del enojo y la frustración, como haría un niño. James y Lars nunca se llevarán bien, pero, al menos, el vocalista ha asumido que caben puntos de vista diferentes y que su compañero Lars no le lleva la contraria para putearle, sino porque cree que sus ideas serán buenas para la banda. James Hetfield ha dejado de ser -al menos, en parte- un gruñón, una persona colérica y malhumorada.

Lo vio aún más claro desde la publicación en 2004 de «Some kind of monster», documental sobre la banda donde el propio Hetfield se veía como un niño en sus reacciones, un tipo con un comportamiento nefasto si la situación no era la que él preveía. Con terapia, el guitarra y vocal conoce mejor su conciencia, percibe su comportamiento y lo ajusta a su nueva identidad. Ya no discute, dialoga. Ya no utiliza el portazo, escucha.

Para Metallica, la salud mental de James es primordial, pues sin él o sin su equilibrio, la banda no existe. «St Anger» lo grabó rodeado de su familia; necesitaba un entorno cálido, un cambio en su vida. El giro personal se produjo, pero el musical no; de esta forma, lo que trascendió de aquellas sesiones fue un compendio de canciones monótonas, vulgares. Kirk Hammett ni siquiera afrontaba un solo de guitarra. Por fortuna para ellos y para los miles de seguidores, las cosas han cambiado con el álbum que nacerá públicamente para el público. Disco donde Hammett se esmera con diversos recorridos por el mástil y donde Robert Trujillo, bajista que en 2003 sustituyó a Jason Newsted, otra víctima de Hetfield, se muestra más integrado.

«Death magnetic»

Desde 2007 se lleva especulando sobre un nuevo álbum de Metallica, pero la historia no comenzó a tener ruedas hasta 2008. Se apuntó incluso que podría ser de libre descarga desde la página de Metallica. Postura que no extrañaría, pues Hetfield encabezó (como Metallica) en el año 2000 una demanda contra Napster por violación de los derechos de autor. Realizó, además, agresivas declaraciones contra los «piratas», al fin y al cabo, su público. Se quedó a gusto, pero, por contra, tuvo que soportar la ira y el desprecio de miles de aficionados. Ahora, las declaraciones, al respecto de la música digital, han pasado a Lars Ulrich, quien ha comentado que si el disco se copia es una cuestión de los nuevos tiempos. Y Hetfield, muy callado. No obstante, como veremos, Metallica intentan seducir a su público actual con una amplia oferta de posibilidades para adquirir los diferentes formatos con los que se oferta el nuevo álbum.

«Death magnetic» no presenta novedades sonoras, si acaso menos thrash y más jevi-metal (Black Sabbath, Iron Maiden...). Pero cuenta con composiciones más inspiradas, más nervio y la notable presencia, por fin, de Kirk Hammett a la guitarra solista, como ocurre en los diez minutos de «Suicide & redemption», pura espiral metálica rozando el viaje astral.

«The unforgiven III», melancólica entrada con arreglos de cuerda y piano, da paso a una de las mejores canciones de «Death magnetic». Ocho minutos entre ritmos medios, sentimiento, alma y reventón de guitarra. Será un diez para sus seguidores.

«The Judas kiss» es lo más parecido a un single; adhesiva, versátil y con apuntes hacia Black Sabbath.

«Cyanide» y «All nightmare long» combinan diferentes ritmos e invitan con convicción a realizar el molino con la cabeza.

«My apocalypse» es rápida jarkoreña, ruda... «The day that never comes» describe una sentida balada no falta de aspereza.

Canciones, en resumen, de largo desarrollo, casi todas por los ocho minutos, duras, muy de directo y efectivas.