El cine de terror insiste en los miedos de nuestro de tiempo, caracterizados por una sensación de inseguridad manifiesta. Son varias ya las películas que muestran el hecho de que los hogares han dejado de ser un lugar resguardado del exterior, a medida que los asaltos a viviendas solitarias son más frecuentes en los noticieros. En Hollywood comienzan a ocuparse del tema, a raíz del interés despertado allí por las realizaciones europeas «Funny Games» y «Ellos». Bryan Bertino es más norteamericano en la forma, al recuperar el estilo sugerido e inquietante del género en los años 70, pero en el fondo no difiere mucho. Los extraños del título se van como han aparecido, tras aterrorizar a la pareja aislada en la casa de campo, sin que el público sepa nunca las razones del ataque o la identidad de los atacantes con sus rostros cubiertos de forma grotesca. El autor da a entender de esta forma que el mal forma parte de nuestra propia sociedad, haciendo que los verdugos y las víctimas sean una misma cosa y participen del caos generalizado.

Algo no funciona bien cuando lo que interesa es el cómo y no el porqué. En «Los extraños» se invita al espectador a experimentar el horror que sufre la pareja acosada, bajo la idea de que nadie está a salvo de las amenazas exteriores. La película no es más que una concatenación de situaciones angustiosas, agravadas por la misma sinrazón de lo que sucede. Hay que identificarse con Liv Tyler y Scptt Speedman, que ven impotentes surgir de la oscuridad tres asesinos anónimos entrando en un estado de shock permanente. Cada ruido, cada movimiento sospechoso y cada nueva aparición conforman la sensación de muy mal rollo a transmitir desde la pantalla.